Esto no parecio preocuparle,
era un hombre alto, delgado
y con el pelo blanco, de unos
sesenta años, tenía ojos azu-
les, de mirada completamente
abstraida. Su piel era suave
y brillante, y se movía como
un hombre de firmes musculos.
RAYMOND CHANDLER
era un hombre alto, delgado
y con el pelo blanco, de unos
sesenta años, tenía ojos azu-
les, de mirada completamente
abstraida. Su piel era suave
y brillante, y se movía como
un hombre de firmes musculos.
RAYMOND CHANDLER