Ella estaba sola, casi fea, arrugando
la frente con una deliciosa indiferencia
por su belleza, hacía y rehacía con los
dedos las difíciles sumas, plegada la
boca en un mohín de colegiala.
Marguerite Yourcenar
la frente con una deliciosa indiferencia
por su belleza, hacía y rehacía con los
dedos las difíciles sumas, plegada la
boca en un mohín de colegiala.
Marguerite Yourcenar