Ni una sola vez aparece la risa de
Cristo en sus Evangelios.
Pero en
arte y en religión no se ríe, se sonríe.
Su sonrisa tuvo que ser maravillosa, capaz de hacer milagros
en el corazón de los hombres.
Un proverbio chino dice: Quién no sepa sonreír guárdese de
poner
tienda.