Su corazón latía a toda velocidad.
Permaneció mucho tiempo inmóvil bajo
su
terraza; hasta que cayó la oscuridad
de la tarde. Ya no sentía la
lluvia, ni
la
noche. Se preguntaba que edad podía tener.
Era demasiado
joven, lo sabía, pero le había
cautivado. Había incendiado su alma.
JOEL DICKER