"El capellán se desplazaba en su silla
de ruedas con una velocidad y una pericia
inadmisibles. Yo no estaba allí cuando,
dos meses atrás, un caída estrafalaria lo
dejó mudo y medio inútil. Pero desde que
regresó a la casa en situación de estorbo
vitalicio, don Ismael no había hecho otra
cosa que registrar sañudamente todo el
piso bajo, impelido al parecer por una
especie de celo que ya no podía tener ... (ver texto completo)
de ruedas con una velocidad y una pericia
inadmisibles. Yo no estaba allí cuando,
dos meses atrás, un caída estrafalaria lo
dejó mudo y medio inútil. Pero desde que
regresó a la casa en situación de estorbo
vitalicio, don Ismael no había hecho otra
cosa que registrar sañudamente todo el
piso bajo, impelido al parecer por una
especie de celo que ya no podía tener ... (ver texto completo)