"Apago el despertador al primer timbrazo.
Las ocho de la mañana. Aunque llevaba horas
despierto, una súbita pesadez se apoderó de
sus miembros y tuvo que hacer un esfuerzo
para levantarse de la cama, e ir a la ducha.
El chorro de agua fresca disipó el embotamiento
y se llevó consigo una parte de los efectos del desajuste
horario. Había llegado la tarde anterior, tras
un interminable vuelo Buenos Aires-Barcelona
que se prolongó aún más en la oficina de reclamación...