Fray Jordi, que había perdido todas sus
grosuras y mantecas y ya no tenía panza
y paracia más joven, a todos acudia con
su esfuerzo y consuelo y a todos confor-
taba en la fiebre y quebranto. Y decia
a veces: hay buenos que nuestro señor
permite que sean punidos por merecer
más premio.
JUAN ESLAVA GALAN.