En muchas ocasiones mi esposo (que hace
unos años me dejó para pasar a gozar del
Padre) y yo hemos regalado a nuestros amigos
el Taco. Les ha gustado tanto que han continuado
leyéndolo cada año. Mi hija sigue la tradición
familiar y en su casa tampoco falta. Cada
mañana, antes de ir al trabajo, lle la hoja,
como lo hacía cuando era pequeña.
Raquel Rodríguez (Valladolid)