La mayoría de los estudios realizados sobre esta cuestión,
de forma especial a partir de la década del 70, concuerdan
en que la expresión de la ira no disminuye las tendencias
agresivas y que, más bien, empeora el problema. Expresar o
liberar la ira, más que tener un efecto purificador, suele
aumentar la probabilidad de que reaparezca, así como su
intensidad, y puede transformar un conflicto menor en uno
mayor.
de forma especial a partir de la década del 70, concuerdan
en que la expresión de la ira no disminuye las tendencias
agresivas y que, más bien, empeora el problema. Expresar o
liberar la ira, más que tener un efecto purificador, suele
aumentar la probabilidad de que reaparezca, así como su
intensidad, y puede transformar un conflicto menor en uno
mayor.