Reuben era un hombre alto, de más de
metro ochenta, con el pelo castaño y rizado
y unos profundos ojos azules. Le llamaban
cielito, apodo que odiaba, por lo que tendía
a reprimir lo que el mundo conoce como
una sonrisa irresistible. Sin embargo, en
ese momento estaba demasiado contento
para mantener su estudiada expresión seria
y tratar de aparentar más de los veintitrés
años que tenía. Subía por una empinada
cuesta contra el fuerte viento oceánico con
Marchent Nideck, una mujer exótica y elegante,
mayor que él, y estaba disfrutando de todo lo
que ella le contaba sobre la casa grande de
lo alto del acantilado.
ANNE RICE
metro ochenta, con el pelo castaño y rizado
y unos profundos ojos azules. Le llamaban
cielito, apodo que odiaba, por lo que tendía
a reprimir lo que el mundo conoce como
una sonrisa irresistible. Sin embargo, en
ese momento estaba demasiado contento
para mantener su estudiada expresión seria
y tratar de aparentar más de los veintitrés
años que tenía. Subía por una empinada
cuesta contra el fuerte viento oceánico con
Marchent Nideck, una mujer exótica y elegante,
mayor que él, y estaba disfrutando de todo lo
que ella le contaba sobre la casa grande de
lo alto del acantilado.
ANNE RICE