ROSARIO
Quiere decir "corona o guinalda de rosas".
Su forma actual es fruto de una historia que
rebosa en antigüedad y extensión los límites
visibles de la Iglesía católica. Muchos siglos
antes de Cristo los hidúes ya meditaban
ayudados por las cuentas (108) del rosario. Y
siguen haciéndolo. También los fieles musulmanesw,
con un rosario de 99 cuentas, recuerdan los
nombres de Dios (el centésimo se omite, pues
solo Él lo conoce). Asimismmo lo utilizan los
ortodoxos en la llamada"oración de Jesús",
mientras pasan los nudos de un cordón de lana o
algodón, para no hacer ruido.
Como modo de orar, el Rosario es una recitación
donde "la mente corresponda a la voz".
Combina la repetición ritmica y pausada
del Padrenuestro y el Avemaría con la
meditación, sobre el trasfondo de las escenas
evangélicas, de la presencia del Misterio de
Cristo Salvador en nuestra vida. La recitación
tiene una función liberadora, disminuyendo
la dispersión mental, recogiendo y calmando
nuestra alma para que, purificada y vacía de sí
y sus pensamientos egocéntricos, pueda Dios
mejor manifestarse en ella, de modo que el
nombre de Jesús responda a nuestra más intima
identidad: somos su imagen.
Quiere decir "corona o guinalda de rosas".
Su forma actual es fruto de una historia que
rebosa en antigüedad y extensión los límites
visibles de la Iglesía católica. Muchos siglos
antes de Cristo los hidúes ya meditaban
ayudados por las cuentas (108) del rosario. Y
siguen haciéndolo. También los fieles musulmanesw,
con un rosario de 99 cuentas, recuerdan los
nombres de Dios (el centésimo se omite, pues
solo Él lo conoce). Asimismmo lo utilizan los
ortodoxos en la llamada"oración de Jesús",
mientras pasan los nudos de un cordón de lana o
algodón, para no hacer ruido.
Como modo de orar, el Rosario es una recitación
donde "la mente corresponda a la voz".
Combina la repetición ritmica y pausada
del Padrenuestro y el Avemaría con la
meditación, sobre el trasfondo de las escenas
evangélicas, de la presencia del Misterio de
Cristo Salvador en nuestra vida. La recitación
tiene una función liberadora, disminuyendo
la dispersión mental, recogiendo y calmando
nuestra alma para que, purificada y vacía de sí
y sus pensamientos egocéntricos, pueda Dios
mejor manifestarse en ella, de modo que el
nombre de Jesús responda a nuestra más intima
identidad: somos su imagen.