PREPARAR EL CORAZÓN
Durante el Adviento nos preparamos para la
gran fiesta de la llegada de Cristo y celebrar con
Él su presencia entre nosotros, del mismo que se
prepara la casa para recibir a un invitado muy
especial y celebrar que está con nosotros.
Se agolpan las preguntas: ¿cómo vamos a celebrar
la Nochebuena y el día de Navidad? ¿con quién
vamos a disfrutar de estas fiestas?, ¿que vamos
a regalar? Pero todo este ajetreo no tiene
sentido si olvidamos que Cristo es el centro de
la fiesta. Es tiempo de renovar el deseo de
recibir a Cristo por medio de la oración, el
sacrificio, la generosidad y la caridad con
quienes nos rodean. Es decir, renovarnos pro-
curando ser mejores para recibir a Jesús.
La familia, como Iglesia doméstica, puede
hacer más profunda esta preparación. Es her-
moso compartir con los demás la alegría que
vivimos escribiendo e incluso haciendo las
tarjetas de Navidad para enviar, decorar la
casa, colocar el belén, cantar un villancico
y rezar también nos ayuda a preparar nuestro
corazón.
En todas estas reuniones el sentido de penitencia
y sacrificio se enriquece por la esperanza
y el espíritu de fraternidad y generosidad que
surge de la alegría de que Dios pronto estará
con nosotros.
Durante el Adviento nos preparamos para la
gran fiesta de la llegada de Cristo y celebrar con
Él su presencia entre nosotros, del mismo que se
prepara la casa para recibir a un invitado muy
especial y celebrar que está con nosotros.
Se agolpan las preguntas: ¿cómo vamos a celebrar
la Nochebuena y el día de Navidad? ¿con quién
vamos a disfrutar de estas fiestas?, ¿que vamos
a regalar? Pero todo este ajetreo no tiene
sentido si olvidamos que Cristo es el centro de
la fiesta. Es tiempo de renovar el deseo de
recibir a Cristo por medio de la oración, el
sacrificio, la generosidad y la caridad con
quienes nos rodean. Es decir, renovarnos pro-
curando ser mejores para recibir a Jesús.
La familia, como Iglesia doméstica, puede
hacer más profunda esta preparación. Es her-
moso compartir con los demás la alegría que
vivimos escribiendo e incluso haciendo las
tarjetas de Navidad para enviar, decorar la
casa, colocar el belén, cantar un villancico
y rezar también nos ayuda a preparar nuestro
corazón.
En todas estas reuniones el sentido de penitencia
y sacrificio se enriquece por la esperanza
y el espíritu de fraternidad y generosidad que
surge de la alegría de que Dios pronto estará
con nosotros.