No somos caminantes en un páramo vacio:
en medio de nosotros camina el Señor,
como caminaba con Israel en el desierto
y residía en una tienda como los demás.
Jesús es la tienda de Dios en nuestro
campamento, es la Palabra pronunciada
por una boca humana, entendible, guía,
consuelo y verdad.
Es el final: hasta ahora Dios se ha
manifestado de muchísimas maneras y
lo sigue haciendo en el universo en-
tero. Pero hay más, mucho más: en un
hombre brilla el reflejo de su Padre,
el que ha mostrado que el Dios terrible
tiene corazón de madre. Con razón decían
los dos de Emaús. " ¿No ardía nuestro
corazón mientras nos explicaba la Escri-
tura?". El autor de la carta a los Hebreos
sabe que es el final, la cumbre, que para
conocer a Dios basta con Jesús.
en medio de nosotros camina el Señor,
como caminaba con Israel en el desierto
y residía en una tienda como los demás.
Jesús es la tienda de Dios en nuestro
campamento, es la Palabra pronunciada
por una boca humana, entendible, guía,
consuelo y verdad.
Es el final: hasta ahora Dios se ha
manifestado de muchísimas maneras y
lo sigue haciendo en el universo en-
tero. Pero hay más, mucho más: en un
hombre brilla el reflejo de su Padre,
el que ha mostrado que el Dios terrible
tiene corazón de madre. Con razón decían
los dos de Emaús. " ¿No ardía nuestro
corazón mientras nos explicaba la Escri-
tura?". El autor de la carta a los Hebreos
sabe que es el final, la cumbre, que para
conocer a Dios basta con Jesús.