El puerto de Alejandría parecía un
laberinto de bultos que esperaban en los
muelles para su embarque. Don FRancisco
acababa de comprobar que todos sus
enseres se encontraban perfectamente
apilados frente a la cubierta del isla de
Luzón. Siempre supervisaba la carga de
sus pertenencias en cualquier barco, tren
o carruaje que lñas transportara hacía un
nuevo destino. Toda su casa se trasladaba
con él. Podría haber delegado en su asistente
personal o en algún empleado del
Consulado, pero prefería no dejar nada
fuera de su propio control.
IMMA CHACON
laberinto de bultos que esperaban en los
muelles para su embarque. Don FRancisco
acababa de comprobar que todos sus
enseres se encontraban perfectamente
apilados frente a la cubierta del isla de
Luzón. Siempre supervisaba la carga de
sus pertenencias en cualquier barco, tren
o carruaje que lñas transportara hacía un
nuevo destino. Toda su casa se trasladaba
con él. Podría haber delegado en su asistente
personal o en algún empleado del
Consulado, pero prefería no dejar nada
fuera de su propio control.
IMMA CHACON