Cuando oí aquella frase en boca de aquel buenazo
que ni siquiera era capaz de gritarnos y al que
por eso mismo lo trasladarón despues a otra
unidad, comprendí que el hilo que me había man-
tenido atado al partido y a los camaradas. se
me había escapado irremisiblemente de las manos.
MILAN KUNDERA
que ni siquiera era capaz de gritarnos y al que
por eso mismo lo trasladarón despues a otra
unidad, comprendí que el hilo que me había man-
tenido atado al partido y a los camaradas. se
me había escapado irremisiblemente de las manos.
MILAN KUNDERA