Quizá le sorprenda que el día de Jueves Santo no se lea
en el Evangelio el relato de la eucaristía, sino el del
lavatorio de los pies. Pero es que, muy inteligentemente,
el evangelio lo hace así.
El relato de la cena del Señor ya lo hemos escuchado en
la carta de pablo.
Ahora importa darnos cuenta de lo que significa y lo que
exige. Si podemos partir el pan con Jesús y beber su copa,
es que nos ponemos a los pies de todos. El Hijo del hombre
no ha venido a ser servido sino a servir. Y los que le
siguen, hacen como él.
Seguro que no pocas veces nos emocionamos en la misa
pensando que recibimos a Jesús, pero falta algo: falta
que entendamos que comulguemos con él, que decimos que
si a su manera de vivir, a su Dios.
Y ese Dios no es como el que aparece en la primera
lectura, dispuesto a matar egipcios. Porque, como bien
sabemos, Dios no mata, sino que da la vida, como Jesús.
en el Evangelio el relato de la eucaristía, sino el del
lavatorio de los pies. Pero es que, muy inteligentemente,
el evangelio lo hace así.
El relato de la cena del Señor ya lo hemos escuchado en
la carta de pablo.
Ahora importa darnos cuenta de lo que significa y lo que
exige. Si podemos partir el pan con Jesús y beber su copa,
es que nos ponemos a los pies de todos. El Hijo del hombre
no ha venido a ser servido sino a servir. Y los que le
siguen, hacen como él.
Seguro que no pocas veces nos emocionamos en la misa
pensando que recibimos a Jesús, pero falta algo: falta
que entendamos que comulguemos con él, que decimos que
si a su manera de vivir, a su Dios.
Y ese Dios no es como el que aparece en la primera
lectura, dispuesto a matar egipcios. Porque, como bien
sabemos, Dios no mata, sino que da la vida, como Jesús.