Más allá de la
noche que me cubre,
Iluminando la
iglesia de
Santa Eulalia
en esta villa palentina de
Paredes de Nava,
cuna del poeta Jorge Manrique,
doy gracias a los dioses que puedan existir
por mi alma inquieta.
En las azarosas garras de las circunstancias
no he gemido ni llorado.
Sometido a los golpes del azar
mi cabeza sangra, pero está erguida.
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