Esta
foto, del año 2007, no es habitual. Ese año con un febrero de mucha
nieve, tras un
invierno relativamente benigno y una
primavera adelantada, en la última decena de abril (lo habitual es la primera quincena de mayo) el hayedo del Pico, se había vestido de verde.
Los hayedos cuando se visten de hoja son extraordinariamente bonitos porque su verde reconforta el ánimo. Es un verde tierno, claro, de vuelta a la vida.
En primer plano hay una novedad. El esqueleto de lo que será un pabellón de gimnasia del
colegio Modesto Lafuente.