Una
huerta singular, la del señor Inocencio y su mujer Anastasia, matrimonio sin hijos, característica única por su situación entre la
carretera y el Cuérnago de los
Molinos. Una década más tarde se cubrió el cuérnago, se ensanchó la carretera y desapareció el muro de
piedra que cercaba la extensa
finca de 3500 m2 y se construyeron
edificios y parte de ella es la
plaza cuya
fotografía subo.