Cruz parroquial, de plata labrada con alma de madera, compuesta de macolla o pie y la cruz propiamente dicha; se trata de una excepcional joya del siglo XVI, renacentista, con multitud de figuras de
santos, ángeles y figuras alegóricas; destaca la representación de los cuatro evangelistas, la
Virgen,
san Juan, el Padre Eterno en el remate, y el el reverso una representación de Santiago Matamoros. El Cucificado, de gran tamaño, se presenta expirante, con un minucioso estudio de la anatomía. Por razones de seguridad, no se guarda en la
iglesia y sólo se exhibe en ocasiones festivas.