
En este pueblo (Colmenares), tengo yo unos conocidos
de Vizcaya que llevan unos años arreglando una casa.
Si alguno del pueblo saben de quien hablo, que se lo
comenten y que se den una vuelta por este foro.
Ellos se darán cuenta ensegida de quien soy.
Gracias.
de Vizcaya que llevan unos años arreglando una casa.
Si alguno del pueblo saben de quien hablo, que se lo
comenten y que se den una vuelta por este foro.
Ellos se darán cuenta ensegida de quien soy.
Gracias.
Saludos a todos. En primer lugar, intentando responder al último mensaje, creo saber a quién alude, aunque la verdad hay muchas personas que habitualmente viven en Vizcaya y el País Vasco en general y vienen en periodos de vacaciones al pueblo. Quizá fue, el País Vasco, el destino más escogido por los emigrantes del Norte de Palencia, por la cercanía geográfica y también, supongo, por el tren de La Robla, que pasaba (y pasa) recorriendo estos territorios de este a oeste, uniéndolos con Bilbao. Lo cierto es que mucha gente de estos contornos fueron a vivir allí, aunque casi siempre dejando parte de la familia en los pueblos, a los que regresaban cuando podían.
También personas sin relación primigenia con el pueblo, han decidido tener aquí su segunda residencia, atraídos seguramente por la tranquilidad y la belleza de los paisajes palentinos. También porque, a pesar de todo, Colmenares ha tenido siempre buen caserío y construcciones de calidad, y algunas de ellas se han rehabilitado tras haber estado sin uso durante un tiempo. Algunas de estas bellas y antiguas casonas señoriales, más que centenarias, como digo, han sido reconstruidas y adaptadas a los nuevos tiempos; otras, afortunadamente las menos, desaparecieron, y algunas finalmente esperan su turno, aún pendientes de que el paso del tiempo no culmine su tarea.
Aprovecho este mensaje para decir, alto y claro, que las autoridadesn y gobiernos debieran implicarse más en la protección del patrimonio rural; lo mismo el religioso, un poco más atendido, que el civil, que sólo se salva gracias a acciones particulares y normalmente sin ayudas de ningún tipo.
Arreglar y rehabilitar un inmueble antiguo, con elementos de interés como escudos, soportales, arcos de piedra, o en muchas ocasiones el edificio entero, requiere mucho esfuerzo y supone mucho bien para los pequeños núcleos rurales y para nuestra configuración general como país. No podemos dejar que lo que heredamos de nuestros antepasados se pierda, sobre todo cuando es relevante para la historia, la memoria y el arte. Pero ¡ay!, lo que sucede en los pueblos pequeños apenas da votos, lo que se traduce en una gran desidia oficial. Deberíamos tomar el ejemplo de otros países que, sin tantos recuerdos y testimonios del pasado, sin tantos monumentos y obras de arte, los pocos que poseen los cuidan, los miman al máximo, los respetan y enseñan al visitante con orgullo.
En Colmenares poseemos monumentos destacados, afortunadamente, como la iglesia con su pila bautismal románica, que han merecido visitas de autobuses enteros de turistas en los últimos tiempos. Pero durante mucho tiempo fue una riqueza desconocida. Ojalá que con iniciativas como la del Camino Natural del Románico, se difundan más. Por cierto que las obras del citado Camino están muy avanzadas, restando solamente la señalización y otros detalles menores. Esperamos con ansia su inauguración.
Aprovecho la ocasión, como siempre, para saludar a las gentes y visitantes de los pueblos vecinos, a quienes deseo hayan pasado un apacible verano y buen regreso a los quehaceres cotidianos.
También personas sin relación primigenia con el pueblo, han decidido tener aquí su segunda residencia, atraídos seguramente por la tranquilidad y la belleza de los paisajes palentinos. También porque, a pesar de todo, Colmenares ha tenido siempre buen caserío y construcciones de calidad, y algunas de ellas se han rehabilitado tras haber estado sin uso durante un tiempo. Algunas de estas bellas y antiguas casonas señoriales, más que centenarias, como digo, han sido reconstruidas y adaptadas a los nuevos tiempos; otras, afortunadamente las menos, desaparecieron, y algunas finalmente esperan su turno, aún pendientes de que el paso del tiempo no culmine su tarea.
Aprovecho este mensaje para decir, alto y claro, que las autoridadesn y gobiernos debieran implicarse más en la protección del patrimonio rural; lo mismo el religioso, un poco más atendido, que el civil, que sólo se salva gracias a acciones particulares y normalmente sin ayudas de ningún tipo.
Arreglar y rehabilitar un inmueble antiguo, con elementos de interés como escudos, soportales, arcos de piedra, o en muchas ocasiones el edificio entero, requiere mucho esfuerzo y supone mucho bien para los pequeños núcleos rurales y para nuestra configuración general como país. No podemos dejar que lo que heredamos de nuestros antepasados se pierda, sobre todo cuando es relevante para la historia, la memoria y el arte. Pero ¡ay!, lo que sucede en los pueblos pequeños apenas da votos, lo que se traduce en una gran desidia oficial. Deberíamos tomar el ejemplo de otros países que, sin tantos recuerdos y testimonios del pasado, sin tantos monumentos y obras de arte, los pocos que poseen los cuidan, los miman al máximo, los respetan y enseñan al visitante con orgullo.
En Colmenares poseemos monumentos destacados, afortunadamente, como la iglesia con su pila bautismal románica, que han merecido visitas de autobuses enteros de turistas en los últimos tiempos. Pero durante mucho tiempo fue una riqueza desconocida. Ojalá que con iniciativas como la del Camino Natural del Románico, se difundan más. Por cierto que las obras del citado Camino están muy avanzadas, restando solamente la señalización y otros detalles menores. Esperamos con ansia su inauguración.
Aprovecho la ocasión, como siempre, para saludar a las gentes y visitantes de los pueblos vecinos, a quienes deseo hayan pasado un apacible verano y buen regreso a los quehaceres cotidianos.