No sé si son de mano de obra, pero los que se hacían en esta zona, al estilo un poco migosos, con su punto de picante, metidos en la tripa del propio cerdo, y puestos a secar en la despensa, es de suponer, despues de la abstinencia de estos días, apetecerían con un buen pan reción sacado del horno, y un buen vaso de vino clarete de la tierra, (en mi caso una buena cerveza, de la que llevaban por allí, "El León"). Amigo Emigrao, se me activan los jugos gástricos.
Un abrazo fuerte para todos de Eduardo. ¡Cómo se os ocurre poner semejante fotografía que lo único que hace es excitar los jugos gastricos de las personas!
¡Además debenser de los picantes con lo buenos que están!