En tiempos prerromanos fue un
pueblo de filiación céltica y vaccea. Su nombre en origen fue Frumesta, debido a su asentamiento en una zona rica y fértil en cereales.
Frómista fue un pueblo importante durante la época visigótica y desapareció con el dominio islámico.
Repoblada en el siglo X vive una época de esplendor que coincide con la construcción de la magnífica
iglesia de
San Martín.
Frómista gozó de gran auge durante las peregrinaciones ya que es final de etapa de la ruta jacobea, exactamente según el "Codex Calixtinus", el fin de la sexta y principio de la séptima. Basta decir que Frómista llegó a tener varios hospitales para atender a los numerosos peregrinos que allí llegaban y numerosas posadas dónde albergarles, Frómista fue de vital importancia en la
historia de las peregrinaciones. Los peregrinos entraban en Frómista por la actual
Calle Francesa que atraviesa el pueblo.
Frómista en la actualidad es una Villa moderna, que ofrece al visitante la conjunción perfecta de
arte y
naturaleza unido, como no, al
Camino de Santiago y al
Canal de Castilla.