Felix Baumgartner, perdón, me equivocado de Felix, por un momento me parecio ver un paracaidista intentado batir el record de velocidad,
Fuera de coña, de siempre me ha gustado sentir emociones fuertes relacionadas con la altura, lo del paracaidismo es una asignatura pendiente, por supuesto con alguien detrás de mí que sepa cuando tiene que tirar para se abra y que sepa dirigirlo para no irnos contra ningún obstáculo, que esto es más serio de lo que parece y lo digo con conocimiento de causa,
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El apellido Fernández, sencillo. Me lo propusieron como regalo cuando cumplí los 50, no lo dudé nada. No es cuestión de valentía, con no tener vértigo vale y, claro está, confianza en el que va contigo o al revés porque él también se la juega.
Desde 4.000 metros saltas al aire, al principio ni lo notas, luego empieza a aumentar la velocidad hasta casi 200 kmh (2.500 metros en 52 segundos), se abre el paracaídas y parece que se para el mundo y te vuelves al avión. Luego, despacio y manejando el paracaídas, tienes 3 minutos para contemplar el paisaje, te sientes el rey del mundo. Al final el que sabe coge el mando del paracaídas y tocas suelo con mucha suavidad. La explosión de adrenalina te deja relajado, andas como si no tuvieras peso, te preguntan y no sabes que decir, estás todavía en las nubes, alucinando.
Cuando la caída es libre, con los ojos bien abiertos, ves como la tierra se te viene encima a toda velocidad. Notas la velocidad y, ala vez, es como si tú no te movieras. Te da tiempo a pensar: "Félix, disfruta porque, si esto no se abre ni te vas a enterar cuando la tierra te golpee".
Yo aconsejo vivir una experiencia así, han pasado casi 5 años y de vez en cuando veo el vídeo y disfruto.
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