Arambol, mi abuela nos reñía porque mirábamos pasar a la gente por la ventana de la cocina del número 4 de nuestra calle y la tuya, pero ella no contaba que algunas de sus amigas, vecinas y parientes, venían muchas tardes a charlar y a veces a tomar algo. Mientras mi abuela trajinaba (no la vi sentada tranquila casi nunca en su casa, excepto para comer) el resto hablaban de todos los que pasaban: mira, Fulana o Mengano, y se comentaban cosas de ellos, no siempre eran comentarios insanos pero a veces
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Yo recuerdo esas sentadas. Cuando pasaba alguien se hacía como un pequeño silencio, las manos paraban la faena y los ojos, sin mover la cabeza, hacían un escaneado de izquierda a derecha y de arriba abajo. Yo aprendí que era obligatorio decir "buenas tardes" y automáticamente, como en las letanías del rosario" contestaban todas y todos "buenas tardes". Luego se comentaba algo sobre la persona o personas que pasaban y seguía la rutina hasta que salía el norte o había que hacer la cena.
A mi hijo, en otro pueblo le hacía gracia, me decía "papa, ¿porqué me conocen todos?", yo le contestaba, esta es la seguridad de los niños en el pueblo, saben por donde andas, que haces y, si haces alguna picia, seguro que me entero.
Curiosidades de la vida, cuando eres niño no te gusta que te controlen y cuando eres padre te gusta controlar, sientes miedo, quieres proteger y luego piensas que tú también lo hacías.
En mi casa la tertulia se hacía por la noche y recuerdo que a los comentarios que se hacían, casi siempre les ponía el remate el señor Martín "Pimpin" con su frase "LA RISIÓN"
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