Recuerdo que por las tardes, despues de salir del
colégio, bajabamos hasta el
rio BUREJO y en la margen derecha frente a la
sierra del Sr. José Mª, allí con riesgo de caernos al
agua, arrancábamos estas porras para jugar con ellas o hacer cachabas. Tardes de septiembre u octubre cortas pero expléndidas que recordarlas producen una gran añoranza.´