Puede que me llameis bicho raro pero esta semana santa me regalaron unas morcillas de Herrera traidas desde Santander y se las tuvieron que llevar de nuevo pues nunca he sido capaz de comerlas, sin embargo de pequeño tomaba con gran placer el "calducho", que supongo que todos recodareis, y que normalmente se regalaba entre los vecinos y amistades cuando alguien estaba de matanza o preparaba morcillas. Era un humilde obsequio que yo consideraba gloria bendita. Tengo que añadir que a la mayor parte de mi familia le encantan las morcillas, especialmente las de Herrera ¿no, Maca?