Lydia, en relación al "hilo" del tema que comentas, hace unas fechas describí una anécdota que pasó a tus amigas Raquel y Violeta, sin que ésta me haya respondido para comentarme el final de la misma, y que es la siguiente:
"No recuerdo el año, yo iba hacia Santander en el tren "correo", que paraba a unas horas intempestivas de la madrugada en Herrera, y me encontré en el viaje a Raquel y Violeta, que iban a nuestro pueblo.
El tren era larguísimo, y era muy dificil que el coche en el que viajabas te dejara cerca del andén de la estación, y sucedió, que por una parada "tecnica", el tren se detuvo, y pensamos que ya había llegado a la estación de Herrera, al verse las luces de la estación a lo lejos, por lo que Raquel y Violeta, procedieron a bajarse con sus "bártulos", me despedí y el tren reanudó la marcha. Pero cual fue mi sorpresa, que al pasar por la estación ví que era San Cristóbal o Espinosa (no recuerdo), así que no sé como acabaría la historía, y la cara que pondrían las pobres al ver que no habían llegado a Herrera, y se encontraban tiradas en otro pueblo de madrugada.
No sé si tú o Ana O., conocereís el final de la historia.
Un saludo.
"No recuerdo el año, yo iba hacia Santander en el tren "correo", que paraba a unas horas intempestivas de la madrugada en Herrera, y me encontré en el viaje a Raquel y Violeta, que iban a nuestro pueblo.
El tren era larguísimo, y era muy dificil que el coche en el que viajabas te dejara cerca del andén de la estación, y sucedió, que por una parada "tecnica", el tren se detuvo, y pensamos que ya había llegado a la estación de Herrera, al verse las luces de la estación a lo lejos, por lo que Raquel y Violeta, procedieron a bajarse con sus "bártulos", me despedí y el tren reanudó la marcha. Pero cual fue mi sorpresa, que al pasar por la estación ví que era San Cristóbal o Espinosa (no recuerdo), así que no sé como acabaría la historía, y la cara que pondrían las pobres al ver que no habían llegado a Herrera, y se encontraban tiradas en otro pueblo de madrugada.
No sé si tú o Ana O., conocereís el final de la historia.
Un saludo.
TAMBIÉN YO ME QUEDÉ COLGADO EN SAN CRISTOBAL.
Aquellos viajes en tren que algunos recordamos "con encanto" también tenían sus inconvenientes. Uno de ellos era que el tren hacía paradas de tan sólo dos o tres minutos, lo que provocaba situaciones engorrosas como la que me ocurrió alla por el año 70, aquella vez que fui despedir a tres amigas que llevaban un bebé y varias maletas (Maca, te acordarás de Manoli e hijas). Para ayudarlas a instalarse me subí con ellas y nó había aún colocado las maletas cuando se oyó el silbido del tren, cerrándose al tiempo las puertas. Así que esperé y rogué porque ese tren hiciera parada en el apeadero de San Cristóbal, como así fué.
Allí no había un alma, y que me dije: "tendrás que coger el coche de San Fernando". Opté por volver por donde había venido y en el camino me entretuve en colocar alguna moneda en los raíles de las vías con el fin de aplastarlas al paso de un mercancías, recordando aquellas travesuras que hacíamos de chiguitos a espaldas de nuestras madres.
Aquellos viajes en tren que algunos recordamos "con encanto" también tenían sus inconvenientes. Uno de ellos era que el tren hacía paradas de tan sólo dos o tres minutos, lo que provocaba situaciones engorrosas como la que me ocurrió alla por el año 70, aquella vez que fui despedir a tres amigas que llevaban un bebé y varias maletas (Maca, te acordarás de Manoli e hijas). Para ayudarlas a instalarse me subí con ellas y nó había aún colocado las maletas cuando se oyó el silbido del tren, cerrándose al tiempo las puertas. Así que esperé y rogué porque ese tren hiciera parada en el apeadero de San Cristóbal, como así fué.
Allí no había un alma, y que me dije: "tendrás que coger el coche de San Fernando". Opté por volver por donde había venido y en el camino me entretuve en colocar alguna moneda en los raíles de las vías con el fin de aplastarlas al paso de un mercancías, recordando aquellas travesuras que hacíamos de chiguitos a espaldas de nuestras madres.