No conocía, o por lo menos no recordaba esta foto, me ha hecho mucha ilusión verla.
Señalar que la vecina que no identificas, se llama Mari, hija de Lola y Santiago, que estuvieron muchos años en Suiza.
En esa foto debería tener 3 años, ya que con 4 años me tuvieron que trasladar a los frailes, por la siguiente historia.
Estaría uno o dos cursos en las monjas, pero donde yo me encontraba realmente a gusto era en el colegio de los frailes, a donde me llevaba con habitualidad mi hermano Pedro.
Resulta que al inicio del curso con 4 años, me encuentro que mi monja, no recuerdo el nombre, quizás Chus me pueda ayudar, porque casi con seguridad iriamos a la misma clase, se había ido del colegio o ya no me iba a dar clase, por lo que decidí negarme a entrar al cole.
Recuerdo que en mi fuga, me tuvo que acompañar Angelines Moral, ya que yo era muy pequeño, y me dejó en casi de mi abuela, hasta que llegó mi madre, a la que espere, lo recuerdo perfectamente, debajo de la mesa.
Ante mi negativa a volver a las monjas, mi madre tuvo que ir a hablar con los Salsianos, y se vieron obligados a abrir la linea para niños de 4 años, que en ese momento no existía.
Pese a ser tan pequeño, tengo recuerdos del colegio de las monjas: el patio y los columpios, el pasadizo que comunicaba los dos colegios, el olor y unas gomas de borrar, que eran de un animal y tenían los ojos que se movían...
Señalar que la vecina que no identificas, se llama Mari, hija de Lola y Santiago, que estuvieron muchos años en Suiza.
En esa foto debería tener 3 años, ya que con 4 años me tuvieron que trasladar a los frailes, por la siguiente historia.
Estaría uno o dos cursos en las monjas, pero donde yo me encontraba realmente a gusto era en el colegio de los frailes, a donde me llevaba con habitualidad mi hermano Pedro.
Resulta que al inicio del curso con 4 años, me encuentro que mi monja, no recuerdo el nombre, quizás Chus me pueda ayudar, porque casi con seguridad iriamos a la misma clase, se había ido del colegio o ya no me iba a dar clase, por lo que decidí negarme a entrar al cole.
Recuerdo que en mi fuga, me tuvo que acompañar Angelines Moral, ya que yo era muy pequeño, y me dejó en casi de mi abuela, hasta que llegó mi madre, a la que espere, lo recuerdo perfectamente, debajo de la mesa.
Ante mi negativa a volver a las monjas, mi madre tuvo que ir a hablar con los Salsianos, y se vieron obligados a abrir la linea para niños de 4 años, que en ese momento no existía.
Pese a ser tan pequeño, tengo recuerdos del colegio de las monjas: el patio y los columpios, el pasadizo que comunicaba los dos colegios, el olor y unas gomas de borrar, que eran de un animal y tenían los ojos que se movían...
Maca, ahora me doy cuenta del por qué no nos conocemos, nos hemos esquivado toda la vida. Tú dejaste de ir al colegio de las monjas el año que empecé yo.
Muy buena tu historia, ahí ya demostraste tu carácter, aunque esperases a tu madre debajo de la mesa, ja, ja.
Me has recordado que yo también esperaba de la misma manera, debajo de la mesa del comedor, a D. Fidel, cada vez que tenía que venir a ponerme alguna banderilla, que no fueron pocas, y con el buen escondite que me parecía a mí, no entendía como siempre me encontraban tan pronto.
Y volviendo al cole, de los primeros recreos de mi vida, recuerdo jugar con Vito y Carlos Puebla. Carlos era tremendo. En uno de tantos días, debía de llover y el recreo se hizo en el salón. Jugábamos a caballitos, yo llevaba a Mari Tere (creo que se llamaba así, hija de Maria Luisa del Bar Avenida) y Carlos iba de jinete, no recuerdo subido en que niño. Fué tal la acometida que hicieron contra nosotras, que las gafas de Tere rodaron por los suelos y se rompieron, con la consiguiente llantina por parte de la niña. Vino la monja, pidió explicaciones y Carlos (el malvado) dijo que se las había roto yo. Ese día lloré y lloré y lloré, y hasta que mi padre no fué a hablar con Maria Luisa, no quise volver al colegio.
Jo, Maca! Yo también tenía una de esas gomas de borrar, eran lo más de lo más, pero no borraba con ella para que no se me estropease.
Muy buena tu historia, ahí ya demostraste tu carácter, aunque esperases a tu madre debajo de la mesa, ja, ja.
Me has recordado que yo también esperaba de la misma manera, debajo de la mesa del comedor, a D. Fidel, cada vez que tenía que venir a ponerme alguna banderilla, que no fueron pocas, y con el buen escondite que me parecía a mí, no entendía como siempre me encontraban tan pronto.
Y volviendo al cole, de los primeros recreos de mi vida, recuerdo jugar con Vito y Carlos Puebla. Carlos era tremendo. En uno de tantos días, debía de llover y el recreo se hizo en el salón. Jugábamos a caballitos, yo llevaba a Mari Tere (creo que se llamaba así, hija de Maria Luisa del Bar Avenida) y Carlos iba de jinete, no recuerdo subido en que niño. Fué tal la acometida que hicieron contra nosotras, que las gafas de Tere rodaron por los suelos y se rompieron, con la consiguiente llantina por parte de la niña. Vino la monja, pidió explicaciones y Carlos (el malvado) dijo que se las había roto yo. Ese día lloré y lloré y lloré, y hasta que mi padre no fué a hablar con Maria Luisa, no quise volver al colegio.
Jo, Maca! Yo también tenía una de esas gomas de borrar, eran lo más de lo más, pero no borraba con ella para que no se me estropease.