Lo de ir a por la leche era uno de los recados habituales que hacíamos las chiguitas todas las tardes. Yo recuerdo ir donde la Pacita, en la calle Corredera. Me encantaba ver las medidas puestas en fila encima de la mesa y no se me ha olvidado el olor característico que tenía la lechería.
De vuelta a casa con la lechera llena, jugábamos a dar vueltas con el brazo estirado y a toda velocidad, y comprobar que la leche no se caía. Cogimos una habilidad asombrosa, aunque hubo algún "accidente" que otro y se soltó alguna lágrima.
La trévede, ésto si que son oficios para el recuerdo. Me ha encantado la sutileza y finura con la que se hacen propaganda en el anuncio que nos enseñas, ("con el esmero acostumbrado").
Saludos
De vuelta a casa con la lechera llena, jugábamos a dar vueltas con el brazo estirado y a toda velocidad, y comprobar que la leche no se caía. Cogimos una habilidad asombrosa, aunque hubo algún "accidente" que otro y se soltó alguna lágrima.
La trévede, ésto si que son oficios para el recuerdo. Me ha encantado la sutileza y finura con la que se hacen propaganda en el anuncio que nos enseñas, ("con el esmero acostumbrado").
Saludos