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HERRERA DE PISUERGA: Seguramente, lo hará por lo que tú dices. Yo no pesco....

Emilio, andas media España para pescar cangrejos. ¡Que pena! no haberlos por Asturias, así coincidiríamos en alguna ocasión. En lo referente a la congelación (N. P. I.) Ni Put.. Idea, un cordial saludo.

Mi hermano, alguna vez me ha confesado que los devuelve al río, después de pescar. Debe haberse vuelto ecologista con los años o se ha cansado de cocinarlos... (Ninguna de las dos opciones le pegan, la verdad. Sobre todo, porque mi madre los prepara riquísimos. ¡Humm, por cierto, cómo cocina la señora Justi!)

Me imagino que devolvera (si pesca el rojo) los cangrejos señal que esten prohibido goger. Y si esta cogiendo el señal debe devolver al rio los cangrejos igual o menores de 9 cm. Algun dia deberiamos juntarnos los foreros para hacer una jornada campestre y de pesca del cangrejo. Veriamos todos lo que ha cambiado en estos años la ribera. donde habia nutria ahora hay visones, donde habia trucha comun ahora hay trucha iris, donde habia aguilas pescadoras ahora hay cormoranes, no quedan ratas de agua, ni culebras (mal sintoma de la pureza del agua). antes veias invertebrados debajo de las piedras ahora los lodos estan tapando las piedras y no ves ni piedras. POR CIERTO EL DOMINGO COMIENZA LA PESCA DE LA TRUCHA EN PALENCIA.

Seguramente, lo hará por lo que tú dices. Yo no pesco. Recuerdo cuando éramos adolescentes y se formó un cisma familiar el día que mis primos y hermano, que se pasaban los veranos pescando, decidieron vender los cangrejos que no comíamos. Eran las buenas épocas y traían sacos, no dábamos abasto. Parte de la familia estaba en contra, pero, a nosotros nos venía de maravilla el dinerillo extra. También recuerdo los sofocones que se llevaban mis tías cuando tardaban en regresar. Esos sustos hoy no se darían. Con una llamadita al móvil, ya estarían descuidadas. Fueron otros tiempos. Y buenos, por cierto.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Tengo las tardes-noches de pesca con mi padre, grabadas en mis adentros. Mientras había luz todo iba perfecto, lo pasábamos genial y la tortilla nos sabía siempre a gloria. Era como un ritual. Pero cuando oscurecía y aquello se quedaba como la boca del lobo, el asunto ya cambiaba, nos quedábamos sentadas con la espalda pegada en un chopo y no nos atrevíamos ni a respirar, ¡qué miedo, la de ruidos sospechosos por todos lados!. Yo me sentía como Hansel y Gretel (pero sin desperdiciar el pan). Cuando ... (ver texto completo)