Muchos de nosotros somos en cierto modo emigrantes, exiliados unos en nuestro propio país, otros en paises lejanos y desconocidos. Emigramos generalmente por razones económicas, para adquirir formación o incluso algunos por razonoes políticas. Y cuando nos vamos siempre se queda un trocito de corazón en nuestra tierra. El exilio en principio se hace bastante ingrato, unas veces por el desconocimiento de las costumbres, por el idioma o incluso en ocasiones por el rechazo de los lugareños. Pero experimentas un respiro cuando algo nos trae un trocito de nuestro pueblo: el nombre de una planta, de un animal, alguna referencia a un río, de una casa. Y de repente oyes la palabra relocho y te das cuenta que hacía años que no pronunciabas esa palabra, y así piensas que de alguna manera sigues en Herrera.
Dedicado a Lydia, Jerico y Chus, por recordarme.
Dedicado a Lydia, Jerico y Chus, por recordarme.