En Herrera, cuando yo era niño, no había tradición carnavalera porque estaban prohibidos. Solamente cuando hacían la fiesta de los quintos algunos se disfrazaban.
Llegaba la Semana Santa y dentro de la religiosidad que impregnaba todo eran las primeras fiestas después de un duro invierno, de esos de antes con buenas nevadas y mayores heladas.
Parece curioso que cuando antes caía, mejor tiempo hacía.
El Domingo de Ramos tocaba estrenar ropa "domingo de ramos, el que no estrena nada se queda sin manos" y la procesión de la Burriquilla.
Seguían dias de vacaciones escolares y en las calles aumentaba la vida mientras se preparaban los pasos para las procesiones. El Jueves Santo se trabajaba por la mañana y por la tarde llegaba esa convivencia lúdico-religiosa que, en tiempos de Franco parecía imposible. Pasábamos del silencio religioso, del silencio de teles (no había anuncios), el silencio de las radios (no emitían por ajustes técnicos), las campanas se sustituían por carracas que paseábamos los monaguillos por las calles para avisar de los actos religiosos; al contraste de los bares, llenos de gente, llenos de bullicio, con la limonada y las saladillas y el corro de gente de donde salía un ruido metálico del choque de las "chapas" contra el suelo y una voz que decía "arriba", "cara y lis", "caras".
El ambiente era festivo para todos. Se rezaba en el Monumento y se hacía un descanso en el bar.
A las 12 se acababan las chapas pero seguía la fiesta entre la iglesia y los bares y los niños, esos días salíamos por la noche mientras nuestros padres rezaban o charlaban con los que habían venido a pasar la Semana Santa a su pueblo. En el fondo eran como las fiestas de primavera pero sin verbenas.
Continuará...
Llegaba la Semana Santa y dentro de la religiosidad que impregnaba todo eran las primeras fiestas después de un duro invierno, de esos de antes con buenas nevadas y mayores heladas.
Parece curioso que cuando antes caía, mejor tiempo hacía.
El Domingo de Ramos tocaba estrenar ropa "domingo de ramos, el que no estrena nada se queda sin manos" y la procesión de la Burriquilla.
Seguían dias de vacaciones escolares y en las calles aumentaba la vida mientras se preparaban los pasos para las procesiones. El Jueves Santo se trabajaba por la mañana y por la tarde llegaba esa convivencia lúdico-religiosa que, en tiempos de Franco parecía imposible. Pasábamos del silencio religioso, del silencio de teles (no había anuncios), el silencio de las radios (no emitían por ajustes técnicos), las campanas se sustituían por carracas que paseábamos los monaguillos por las calles para avisar de los actos religiosos; al contraste de los bares, llenos de gente, llenos de bullicio, con la limonada y las saladillas y el corro de gente de donde salía un ruido metálico del choque de las "chapas" contra el suelo y una voz que decía "arriba", "cara y lis", "caras".
El ambiente era festivo para todos. Se rezaba en el Monumento y se hacía un descanso en el bar.
A las 12 se acababan las chapas pero seguía la fiesta entre la iglesia y los bares y los niños, esos días salíamos por la noche mientras nuestros padres rezaban o charlaban con los que habían venido a pasar la Semana Santa a su pueblo. En el fondo eran como las fiestas de primavera pero sin verbenas.
Continuará...
Félix: ¿cómo se dice: charpas o chapas?
No sé si lo primero es simplemente una traducción de oído. Mi padre suele decir charpas y me despista la palabra.
No sé si lo primero es simplemente una traducción de oído. Mi padre suele decir charpas y me despista la palabra.
Ahora que lo dices, me haces dudar. Esperemos que nos lo soluciones. Posiblemente tu padre tenga razón.