He aquí la imágen de un soldado herrerense durante su estancia en el cuartel. Eran los tiempos en los que la mili duraba mucho tiempo, años enteros cumpliendo con la obligación de servir a la Patria en las distintas unidades que el Ejército Español tenía dispersas a lo largo y ancho del territorio nacional. Durante la prestación del servicio, se aprendía un oficio y también se sacaba uno el carnet de conducir, era por así decirlo como una experiencia más de la vida, pero también un sitio donde se convivía y se compartían vivencias con soldados de otras partes de España. En la época que está sacada esta fotografía 1951, ya se habían dejado atrás o casi las cartillas de racionamiento, la vida de los españoles ya empezaba a suavizarse un poco, alejándose paulatinamente de los duros y difíciles años de la posguerra. Las miserias y las calamidades iban pasando a un segundo plano. Pronto llegarían las ayudas de los EE. UU. y el fin del aislamiento internacional. Muchos jóvenes herrerenses de aquel entonces, contaban con la ventaja de poder cumplir los deberes castrenses cerca de su domicilio, como este de la imágen. En el caso del soldado que nos ocupa, vemos que estuvo destinado en Bilbao; otros fueron a Santander, Burgos (la fotografía objeto de mi comentario de ayer), Valladolid y otros muchos acuartelamientos cercanos a Herrera.