Este anuncio de la estupenda colección de "la trébede" me hace dudar de mi capacidad de observación e incluso de mi memoria fotográfica infantil. Nos descubre, al menos a mí, que la pastelería de Castañeda se llamaba La Perla.
Mi duda y mi pregunta es dónde figuraba tal denominación. ¿Hubo algún rótulo en la fachada?, ¿A caso figuraba en su interior o en el papel de envolver las bandejas de pasteles?
Si recuerdo las grandes letras en el dintel del bar CASTAÑEDA, acaso porque han permanecido desluciéndose en el tiempo hasta fechas recientes.
Esa pastelería, La Perla (ahora puedo rememorarla por su nombre, por vez primera), mostraba ante nuestros ojos unas atractivas baratijas de plástico llenos de bolitas de anís. Biberones, sifones, pistolas, lecheras y hasta el Topogigio en presentación transparente con cabeza de color. Me gustaban aquellos confites hasta que aparecieron los Conguitos y me trasladé a comprarlos a la tienda que abrió Melchor a mediados de los años 60 en la misma calle, junto a los ultramarinos de Alfonso el de la Paz.
Curioso cambio del gran banzo costoso de superar para acceder a la pastelería La Perla por el gran escalón a descender que permitía la entrada a la de Melchor, de la cual desconozco si tuvo nombre propio.
Mi duda y mi pregunta es dónde figuraba tal denominación. ¿Hubo algún rótulo en la fachada?, ¿A caso figuraba en su interior o en el papel de envolver las bandejas de pasteles?
Si recuerdo las grandes letras en el dintel del bar CASTAÑEDA, acaso porque han permanecido desluciéndose en el tiempo hasta fechas recientes.
Esa pastelería, La Perla (ahora puedo rememorarla por su nombre, por vez primera), mostraba ante nuestros ojos unas atractivas baratijas de plástico llenos de bolitas de anís. Biberones, sifones, pistolas, lecheras y hasta el Topogigio en presentación transparente con cabeza de color. Me gustaban aquellos confites hasta que aparecieron los Conguitos y me trasladé a comprarlos a la tienda que abrió Melchor a mediados de los años 60 en la misma calle, junto a los ultramarinos de Alfonso el de la Paz.
Curioso cambio del gran banzo costoso de superar para acceder a la pastelería La Perla por el gran escalón a descender que permitía la entrada a la de Melchor, de la cual desconozco si tuvo nombre propio.