Sirva este anuncio publicitario para lo que vengo a relatar: oficios artesanales ya en desuso. En épocas pretéritas en el discurrir de la vida de los pueblos, era imprescindible disponer de personas que tuvieran conocimientos acerca de algún oficio. Eran comunes por ejemplo, los herreros, guarnicioneros, organistas y sacristanes, entre otros. Algunas de estas personas eran contratadas por el Ayuntamiento, con el que se comprometían durante un período de tiempo para atender las necesidades que de su trabajo tenía la población. La Corporación a su vez, compensaba estas labores del artesano mediante el pago en especie: cántaras de vino, cargas de trigo o cebada. Me viene a la memoria el nombre de Tomás de Aymón, de profesión "entallador". Este oficio si mal no recuerdo, consistía en realizar trabajos en hierro y madera. Volviendo a los oficios caídos en desuso, está el de guarnicionero. Dado que antaño para las labores del campo se requería de la ayuda de los animales de tiro y carga, era necesaria la elaboración de los arreos y otros elementos propios para estas bestias. Me parece que los cabezales y "gualdrapas" era faena del guarnicionero. En las iglesias y parroquias también había personas que prestaban sus servicios dentro de éstas, me estoy refiriendo a los organistas y a los sacristanes principalmente. Este último cometido lo conocí desarrollar durante muchos años en la parroquia de Santa Ana de Herrera de Pisuerga, la persona que lo desempeñaba era el señor Marcial Ruiz. En la ermita de La Piedad también había una persona, el ermitaño el cual habitaba en la casa anexa al santuario, se cuidaba de atender este recinto sagrado y también de salir los domingos por la mañana, con una pequeña capillita con la imágen de Nuestra Señora de La Piedad colgada del cuello, pidiendo por las casas algún donativo. Se trataba del señor Andrés. Yo lo conocí durante algunos años realizando estos menesteres.