Que recuerdos tan gratos desde la cuesta del palo, siempre la tuve un especial cariño, por aquellos paseos de los domingos, cuando nos llevaban las monjas, y de algunas visitas con la pandilla, me recuerdo, la recogida en aquellos terrenos de una planta muy vistosa para poner en los floreros que se llamaba cola de ratón, que no he vuelto a ver desde entonces. Un saludo