Creo que, el tema de los cabezudos es una asignatura pendiente y un punto a revisar en próximas fiestas. Poco a poco, van perdiendo su personalidad y los pobres cabezudos con tantas transformaciones, nada exitosas, van a acabar siendo cualquier cosa menos cabezudos. ¿Alguien arreglará algún día este entuerto a la pobre Tuerta? Francamente, está horrorosa...
La adrenalina
. En mi vida profesional he vivido momentos que he desprendido este compuesto químico, también recuerdo vivencias parecidas en un encierro en Villarramiel en la que me vi en una situación comprometida, las primeras situaciones en que mi mente estuvo en estado de alerta por situación de peligro, sin duda alguna, fue por culpa de los cabezudos; cuando me encontraba en una calle de Herrera, estaba alerta en la entrada y salida de la misma, para evitar la presencia próxima de éstos; mi estado nervioso estaba en situación de explotar; cuando lograba salir de estas calles y situarme en posiciones más seguras, me prometía no volver a correr delante de los cabezudos, pero la adrenalina me empujaba a disfrutar esos instantes.
En los lugares en donde he residido, no se celebran acontecimientos parecidos a los cabezudos de Herrera, excepto una noche del invierno de 1978 ó 1979, en Palencia pudimos disfrutar, (disfrutar, quizás no sea la palabra adecuada) de unos actos parecidos a los cabezudos. Un amigo de Herrera, el que suscribe, y otros vecinos de esta ciudad, fuimos conocedores que se iba a celebrar una reunión en un lugar, al que posiblemente acudirían otras personas con la intención de hacer de cabezudos, estas personas venían de Valladolid, quizás serian un centenar, todos vestían de la misma manera, incluso en la cabeza portaban un casco, lo que hacía que no se pudieran distinguir unos de otros, por lo que no se les podía poner nombres individuales, ni tuerta, bigotes, etc., ¡bueno ¡ahora que recuerdo, a alguno de ellos se les llamaba” hijo de puta” o nombres parecido. En un momento determinado comenzaron a correr detrás de nosotros, lo que motivó que mi amigo herrerense y yo nos perdiésemos de vista, en lo que respecta de mi situación fue la siguiente: me hicieron correr por una calle, cuando observe que en sentido contrario y directos hacía mi venían otro grupo de estas personas, con la intención de sacudirnos, no con una pelota unida a su mano, lo que tenía en su mano era una porra de goma, que creo que hace más daño que la pelotas, ante esta situación opte por subir por las escaleras de un edificio ¡que error ¡., éstos vinieron detrás, sacudieron hasta llegar al 2º, me salve porque yo estaba en el 5º, aprendí de esta lección y decidí no meterme por calles por donde la seguridad de salida estuviese comprometida, me situé en una bocacalle desde donde podía observar el posible peligro, este peligro estaba situado a unos cien metros, se componía de cuatro land-rover con sus dotaciones, los cuales estaban parados, cuando en un momento inesperado se pusieron en marcha y se dirigieron hacía nosotros, yo corría en la dirección opuesta por donde venían, dos de los vehículos nos adelantaron, entonces comprendí que volvía a estar en una situación de peligro, la calle la habían cerrado en ambos extremos, para salir de la misma había que cobrar, me decidi por meterme debajo de un coche hasta que pasase el peligro, también me libre, en esos momento me acorde de un dicho “a la tercera va la vencida”, no le di ocasión al azar, me fui para mi casa, donde sabía que estaría seguro.
De mi amigo de Herrera, no se si le vi esa noche o al día siguiente, se que nos contamos nuestras experiencias de este acto y nos reíamos de la mismas.
Referente a la adrenalina que desprendía con los cabezudos de Herrera o de Palencia, había diferencia en la calidad de la misma, sin lugar a dudas era mejor la de mi pueblo, la de la capital era más espesa, me producía sudor, un sudor frio.
Un saludo
. En mi vida profesional he vivido momentos que he desprendido este compuesto químico, también recuerdo vivencias parecidas en un encierro en Villarramiel en la que me vi en una situación comprometida, las primeras situaciones en que mi mente estuvo en estado de alerta por situación de peligro, sin duda alguna, fue por culpa de los cabezudos; cuando me encontraba en una calle de Herrera, estaba alerta en la entrada y salida de la misma, para evitar la presencia próxima de éstos; mi estado nervioso estaba en situación de explotar; cuando lograba salir de estas calles y situarme en posiciones más seguras, me prometía no volver a correr delante de los cabezudos, pero la adrenalina me empujaba a disfrutar esos instantes.
En los lugares en donde he residido, no se celebran acontecimientos parecidos a los cabezudos de Herrera, excepto una noche del invierno de 1978 ó 1979, en Palencia pudimos disfrutar, (disfrutar, quizás no sea la palabra adecuada) de unos actos parecidos a los cabezudos. Un amigo de Herrera, el que suscribe, y otros vecinos de esta ciudad, fuimos conocedores que se iba a celebrar una reunión en un lugar, al que posiblemente acudirían otras personas con la intención de hacer de cabezudos, estas personas venían de Valladolid, quizás serian un centenar, todos vestían de la misma manera, incluso en la cabeza portaban un casco, lo que hacía que no se pudieran distinguir unos de otros, por lo que no se les podía poner nombres individuales, ni tuerta, bigotes, etc., ¡bueno ¡ahora que recuerdo, a alguno de ellos se les llamaba” hijo de puta” o nombres parecido. En un momento determinado comenzaron a correr detrás de nosotros, lo que motivó que mi amigo herrerense y yo nos perdiésemos de vista, en lo que respecta de mi situación fue la siguiente: me hicieron correr por una calle, cuando observe que en sentido contrario y directos hacía mi venían otro grupo de estas personas, con la intención de sacudirnos, no con una pelota unida a su mano, lo que tenía en su mano era una porra de goma, que creo que hace más daño que la pelotas, ante esta situación opte por subir por las escaleras de un edificio ¡que error ¡., éstos vinieron detrás, sacudieron hasta llegar al 2º, me salve porque yo estaba en el 5º, aprendí de esta lección y decidí no meterme por calles por donde la seguridad de salida estuviese comprometida, me situé en una bocacalle desde donde podía observar el posible peligro, este peligro estaba situado a unos cien metros, se componía de cuatro land-rover con sus dotaciones, los cuales estaban parados, cuando en un momento inesperado se pusieron en marcha y se dirigieron hacía nosotros, yo corría en la dirección opuesta por donde venían, dos de los vehículos nos adelantaron, entonces comprendí que volvía a estar en una situación de peligro, la calle la habían cerrado en ambos extremos, para salir de la misma había que cobrar, me decidi por meterme debajo de un coche hasta que pasase el peligro, también me libre, en esos momento me acorde de un dicho “a la tercera va la vencida”, no le di ocasión al azar, me fui para mi casa, donde sabía que estaría seguro.
De mi amigo de Herrera, no se si le vi esa noche o al día siguiente, se que nos contamos nuestras experiencias de este acto y nos reíamos de la mismas.
Referente a la adrenalina que desprendía con los cabezudos de Herrera o de Palencia, había diferencia en la calidad de la misma, sin lugar a dudas era mejor la de mi pueblo, la de la capital era más espesa, me producía sudor, un sudor frio.
Un saludo