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HERRERA DE PISUERGA: Además de comprarlos nuevos también se cambiaban. Lydia...

Hemos recordado las golosinas en las que invertíamos nuestra paga de los domingos. Una parte de ella en mi caso, se iba en la lectura, solía comprar tebeos, (como imagino que muchos de vosotros) entre ellos recuerdo Tiovivo, Zipi y Zape, y Lily, este último era de chicas, los chicos tenian al Capitán Trueno, y alguno más.
Posteriormente de los tebeos, descubrí en Enid Blyton a mi escritora favorita de aquella época. Recuerdo las aventuras que corrían los cinco, así como me encantaba leer las historias que les ocurrían a las alumnas en el internado de Torres de Malory, en fin, seguro que muchos os acordareis de lo que leíamos en "aquellos tiempos". Saludos.

Además de comprarlos nuevos también se cambiaban. Lydia recordará que la tienda de su tío Tolín era como un santuario del cambio, cómicas de todo tipo, novelas de Marcial Lafuente Estefanía y de Corín Tellado. También se cambiaban las fotonovelas. Era una manera económica de poder leer, en su época fue un gran servicio y la gente cuidaba las cosas.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
A mi me encantaban aquellos cuadernillos apaisados de Azucena, con historias de princesas de paises remotos, principes azules y valientes y hadas buenísimas y que al final siempre terminaban en boda. Más educación sexista de la época, pero de eso nos dimos cuenta más tarde.
También recuerdo, ¡cómo no!, a la pobrecita Genoveva de Brabante. O los cuentos verdaderos de los hermanos Grimm, crueles a morir, que me hacían sufrir mucho. Todavía no he olvidado uno que se titulaba "El Enebro".
Con los ... (ver texto completo)
Félix, Ya recurdo lo que comentas sobre el cambio de novelas, a mi padre le gustaban mucho las del "Oeste", de indios y vaqueros, y nos tocaba a mi hermana y a mí ir donde Tolín a cambiarlas.