Cumpliendo con lo prometido paso a reproducir lo que sobre nuestros juegos de antaño cuenta el periodista palentino Javier Villán. Al hacerlo, intento acercarme a las viejas costumbres de Herrera. En esta ocasión trata el juego del Pincho, que tan buenos ratos nos hizo pasar. Yo jugué en muchas ocasiones, y no se me daba nada mal, sin embargo había olvidado ya los detalles de las normas del juego. Este libro me ha ayudado a recuperar algunos de ellos. Seguramente en la narración habrá ciertos rasgos del juego diferentes al que nosotros practicábamos. Espero y agradezco las aclaraciones de quienes conservan intactos sus recuerdos.
EL PINCHO
"Para jugar al pincho se requiere un terreno blando y despejado, de hierba mullida y suave: las eras recuperadas de la trilla veraniega.
El pincho era un juego de fuerza y habilidad, de brazo y de rapidez de piernas. Contaba también la perfección del instrumento y la consistencia de la madera elegida: lo afilado de su punta y el grado de dureza que se le hubiese dado al fuego. La longitud del pincho era inferiora un metro y la madera más habitual era el olmo nudoso y resistente. La primera operación consistía en suavizar las excrecencias de los nudos y la parte de la empuñadura. En la preparación del instrumento se veía ya la disposición del jugador: su fuerza, su intención de triunfo. Un pincho enclenque y desmañado descubría las incapacidades de su dueño.
El número de jugadores era indeterminado, aunque paras evitar embarullamiento nunca se pasaba de seis. El primer jugador clavaba su pincho en la hierba de un golpe seco y fuerte. Uno tras otro, los demás jugadores intentaban abatir el palo menos firme de todos los que se habían ido clavando. Quien conseguía un derribo, recogía el pincho abatido y con un golpe del propio pincho, lo arrojaba lejo0s; antes fijaba el número de clavadas que habría de realizar cada jugador tras arrojar el pincho enemigo y regresar a la base a la mayor velocidad que le permitan sus piernas. La clave estaba en cumplir el número de clavadas antes que, de regreso a la base del juego, el perdedor lograse hincar su pincho en la hierba por una sola vez. Si conseguía hacerlo cuando el último o alguno de los jugadores rezagados no habían realizado el número prescrito, el atrapado sufría los mismos efectos que producía el derribo. De nuevo empezaban las carreras y el ciclo de golpes y clavadas. Naturalmente, el último en alejar el pincho abatido era el que más dificultades tenía para escapar a la postrera persecución. Por lo cual, estrategia fundamental era apoderarse del pincho zarandeado en los primeros golpes.
Si todos los jugadores conseguían cubrir la cifra estipulada, antes de que llegara el perdedor, se reanudaba el juego. El primero en clavar era el desolado corredor que, tras una furiosa carrera, comprobaba cómo su esfuerzo había sido inútil y cómo era recibido por la rechifla general.
Pero el pincho no era un juego inocente. En él funcionaban alianzas, pactos y componendas. Por ejemplo, no era raro que los jugadores se ensañasen con alguno por cualquier nimiedad: por que había resuelto bien los problemas en el encerado o porque la maestra hubiera premiado su aplicación. La aplicación, la buena urbanidad, eran siempre sospechosos. Entonces la consigna era atacar todos un mismo objetivo que, a cada golpe se iba debilitando y madurando para la caída inevitable. También en los golpes de alejamiento había truco y enjuagues. Y se arrojaba más lejos para que al marginado le tocara golpear el último.
La segunda parte de la maniobra aliada era mucho más cruel. Consistía en marcar un número muy bajo de clavadas y en arrojar el pincho lo más lejos posible. Con ello se anulaba la posibilidad de que el último en golpear fuera atrapado. Si por el contrario el enemigo era el que tenía que golpear el último, el número de clavadas se aumentaba y se reducía considerablemente la distancia a que se arrojaba el pincho; con ello todas las ventajas eran para el perseguidor, que podía atrapar a varios de los jugadores a la vez. El problema era que había que arrojar los pinchos en un haz, de un solo golpe."
EL PINCHO
"Para jugar al pincho se requiere un terreno blando y despejado, de hierba mullida y suave: las eras recuperadas de la trilla veraniega.
El pincho era un juego de fuerza y habilidad, de brazo y de rapidez de piernas. Contaba también la perfección del instrumento y la consistencia de la madera elegida: lo afilado de su punta y el grado de dureza que se le hubiese dado al fuego. La longitud del pincho era inferiora un metro y la madera más habitual era el olmo nudoso y resistente. La primera operación consistía en suavizar las excrecencias de los nudos y la parte de la empuñadura. En la preparación del instrumento se veía ya la disposición del jugador: su fuerza, su intención de triunfo. Un pincho enclenque y desmañado descubría las incapacidades de su dueño.
El número de jugadores era indeterminado, aunque paras evitar embarullamiento nunca se pasaba de seis. El primer jugador clavaba su pincho en la hierba de un golpe seco y fuerte. Uno tras otro, los demás jugadores intentaban abatir el palo menos firme de todos los que se habían ido clavando. Quien conseguía un derribo, recogía el pincho abatido y con un golpe del propio pincho, lo arrojaba lejo0s; antes fijaba el número de clavadas que habría de realizar cada jugador tras arrojar el pincho enemigo y regresar a la base a la mayor velocidad que le permitan sus piernas. La clave estaba en cumplir el número de clavadas antes que, de regreso a la base del juego, el perdedor lograse hincar su pincho en la hierba por una sola vez. Si conseguía hacerlo cuando el último o alguno de los jugadores rezagados no habían realizado el número prescrito, el atrapado sufría los mismos efectos que producía el derribo. De nuevo empezaban las carreras y el ciclo de golpes y clavadas. Naturalmente, el último en alejar el pincho abatido era el que más dificultades tenía para escapar a la postrera persecución. Por lo cual, estrategia fundamental era apoderarse del pincho zarandeado en los primeros golpes.
Si todos los jugadores conseguían cubrir la cifra estipulada, antes de que llegara el perdedor, se reanudaba el juego. El primero en clavar era el desolado corredor que, tras una furiosa carrera, comprobaba cómo su esfuerzo había sido inútil y cómo era recibido por la rechifla general.
Pero el pincho no era un juego inocente. En él funcionaban alianzas, pactos y componendas. Por ejemplo, no era raro que los jugadores se ensañasen con alguno por cualquier nimiedad: por que había resuelto bien los problemas en el encerado o porque la maestra hubiera premiado su aplicación. La aplicación, la buena urbanidad, eran siempre sospechosos. Entonces la consigna era atacar todos un mismo objetivo que, a cada golpe se iba debilitando y madurando para la caída inevitable. También en los golpes de alejamiento había truco y enjuagues. Y se arrojaba más lejos para que al marginado le tocara golpear el último.
La segunda parte de la maniobra aliada era mucho más cruel. Consistía en marcar un número muy bajo de clavadas y en arrojar el pincho lo más lejos posible. Con ello se anulaba la posibilidad de que el último en golpear fuera atrapado. Si por el contrario el enemigo era el que tenía que golpear el último, el número de clavadas se aumentaba y se reducía considerablemente la distancia a que se arrojaba el pincho; con ello todas las ventajas eran para el perseguidor, que podía atrapar a varios de los jugadores a la vez. El problema era que había que arrojar los pinchos en un haz, de un solo golpe."
Ha este juego jugábamos de chavales. Pero no lanzábamos el pincho.
Alguien menciono no hace mucho"la pita" pues bien eso era lo que lanzábamos nosotros mientras clavábamos el pincho tantas veces como mandaba el ganador.
"La pita" constaba de un pequeño palo entre 5 y 10 cm de largo con punta en sus dos extremos, se colocaba en el suelo horizontalmente y se golpeaba uno de sus extremos con una pala de madera, la pita saltaba y en el aire era golpeada con la pala lo mas lejos posible, mientras que el que lo hacia gritaba el numero de veces que tenias que clavar el pincho, y el perdedor salia corriendo a por "la pita"hasta que venia con ella o la lanzaba a la posición de los pinchos. Un saludo y gracias por esta disertación del juego gigantea.
Se que las chicas jugaban a "la pita " de otra manera y no se si nosotros mezclábamos los dos juegos
Alguien menciono no hace mucho"la pita" pues bien eso era lo que lanzábamos nosotros mientras clavábamos el pincho tantas veces como mandaba el ganador.
"La pita" constaba de un pequeño palo entre 5 y 10 cm de largo con punta en sus dos extremos, se colocaba en el suelo horizontalmente y se golpeaba uno de sus extremos con una pala de madera, la pita saltaba y en el aire era golpeada con la pala lo mas lejos posible, mientras que el que lo hacia gritaba el numero de veces que tenias que clavar el pincho, y el perdedor salia corriendo a por "la pita"hasta que venia con ella o la lanzaba a la posición de los pinchos. Un saludo y gracias por esta disertación del juego gigantea.
Se que las chicas jugaban a "la pita " de otra manera y no se si nosotros mezclábamos los dos juegos
Las niñas si que jugábamos a la "PITA"pero por mas memoria que hago no puedo recordar cual era su objetivo, recuerdo lo que explica Emilio, y tengo una ligera idea de que se pintaba un circulo y había que meter la pita en el, pero no estoy segura, me encantaría que alguien nos lo explicara, ya que son juegos de la infancia, y el recordarlos te transporta a esos años tan bonitos. Había otro juego que se llamaba "EL HUEVO" ¿Alguien lo recuerda? jugábamos mucho pero solo recuerdo que se pintaba un circulo con una raya en en suelo, una niña se ponía dentro del circulo y las demás saltábamos de un lado a otro de la raya pero no recuerdo mas. Como no recordar los tres navíos y cuantas broncas de las vecinas de los pisos, porque cuando nos escondíamos lo hacíamos con todo el cuidado pero cuando eramos descubiertos bajábamos las escaleras como locos y claro salían las vecinas y follón y el consabido "cuando se lo diga a vuestros padres veréis el castigo que os espera " menos mal que se quedaba en un susto y después no había ninguna denuncia. Y Los "BONIS", creo que de esto ya se habló y todos lo conocéis. Que buen rato estoy pasando con tantos recuerdos, aunque un poco mermados por el paso de los años. Saludos