Me traslado a mi infancia y recuerdo...
No había luces por las calles anunciando la Navidad pero se empezaba a respirar el ambiente.
Casi todas las tiendas hacían su lotería en pequeñas participaciones que compraba casi todo el pueblo. había tiendas en las que se compraba una vez al año, por el tipo de cosas que vendían pero la gente iba a buscar su participación de 5 o 10 pesetas por si acaso.
La tiendas de ultramarinos y comestibles ponían sus mostradores decorados con torres de barras de turrón y cajas de polvorones, mazapanes, pasas, peladillas de almendra y de piñon... Toda una exposición de color y sabor a Navidad. La gente iba haciendo sus compras para las fechas que se avecinaban. Yo recuerdo ir con mi madre a comprar los turrones, le hacía comprar casi de todo, a veces compartían media barra con otra clienta para tener de todo y no gastar mucho. Después no comía mucho, no soy muy goloso, pero esas bandejas surtidas que había en las casas eran una delicia. El duro se iba deshaciendo, el blando soltaba una especie de aceite...
Se respiraba un ambiente de alegría desde que empezaban las vacaciones y los niños corríamos por aquel pueblo frío, pasábamos horas enteras en el escaparate del Palacio del Cristal, jugando con la imaginación porque Papa Noel no existía y los Reyes veían muy tarde.
Había el aguinaldo y teníamos alguna perrilla más para gastar, seguir corriendo y si la nieve nos visitaba, el paisaje era completo.
Me están brotando tantas sensaciones que no doy a basto para escribirlas, pero quería recrear esa época en la que disfrutábamos mocho porque la Navidad era para los niños...
No había luces por las calles anunciando la Navidad pero se empezaba a respirar el ambiente.
Casi todas las tiendas hacían su lotería en pequeñas participaciones que compraba casi todo el pueblo. había tiendas en las que se compraba una vez al año, por el tipo de cosas que vendían pero la gente iba a buscar su participación de 5 o 10 pesetas por si acaso.
La tiendas de ultramarinos y comestibles ponían sus mostradores decorados con torres de barras de turrón y cajas de polvorones, mazapanes, pasas, peladillas de almendra y de piñon... Toda una exposición de color y sabor a Navidad. La gente iba haciendo sus compras para las fechas que se avecinaban. Yo recuerdo ir con mi madre a comprar los turrones, le hacía comprar casi de todo, a veces compartían media barra con otra clienta para tener de todo y no gastar mucho. Después no comía mucho, no soy muy goloso, pero esas bandejas surtidas que había en las casas eran una delicia. El duro se iba deshaciendo, el blando soltaba una especie de aceite...
Se respiraba un ambiente de alegría desde que empezaban las vacaciones y los niños corríamos por aquel pueblo frío, pasábamos horas enteras en el escaparate del Palacio del Cristal, jugando con la imaginación porque Papa Noel no existía y los Reyes veían muy tarde.
Había el aguinaldo y teníamos alguna perrilla más para gastar, seguir corriendo y si la nieve nos visitaba, el paisaje era completo.
Me están brotando tantas sensaciones que no doy a basto para escribirlas, pero quería recrear esa época en la que disfrutábamos mocho porque la Navidad era para los niños...