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HERRERA DE PISUERGA: Bueno, bueno. ¡Vaya nivel! El relato de la huerta,...

Eran unos días felices donde se hacían cosas distintas y todo respiraba un aire de alegría. Lo vivíamos todo con un entusiasmo desmesurado. El ir a coger musgo para el Nacimiento ya era un acontecimiento. Luego venía el desenvolver las figuras con todo el cuidado, no las fuésemos a romper. Me encantaba volverlas a descubrir después de haber estado todo un año guardadas, (toda una eternidad par una niña) Hacíamos el portal con corcho y el rio con un espejo. El Niño Jesús no se ponía hasta el día de Nochebuena, lo mismo que los Reyes Magos que no aparecían hasta el 5 de enero......

Todas las tardes íbamos a ver el maravilloso escaparate de Florijuan, tan grande, o por lo menos así nos lo parecía, con todos aquellos juguetes allí expuestos, con tanto colorido, todo tan bonito. Día tras día pegábamos nuestras naricillas heladas de frío a aquel cristal y fantaseábamos con lo que nos traerían aquellos Reyes que venían de Oriente. Una víspera de Reyes, mi amiga Ana Vega y yo, íbamos a ver por última vez aquellas muñecas detrás del cristal, al tiempo que buscábamos en el cielo la estrella de Belén que tenía que dirigir a los Magos hasta nuestro pueblo. Tan afanadas debíamos de estar en ello que nos encontramos con una chiguita que era un poco más mayor que nosotras y cuando le dijimos lo que buscábamos, echándose a reir, nos dijo: "pero que bobas, si los Reyes son los padres" Volví a mi casa desconsolada. Por más que me decían mis hermanas, ya no me creía nada. Mi padre, como cada año, dejó el vino dulce y las galletas que otros años habían servido de revitalizante a aquellos Reyes que tanto trabajo hacían en en una sola noche y los zapatos bien limpios, y me mandó a la cama. Era tal mi desazón que no me podía dormir, era la mayor desilusión de mi vida. Mi hermana Rosi que dormía conmigo me daba todas la explicaciones de que los padres no podían ser porque no podían permitirse ese gasto y de repente me dijo muy misteriosa: "Calla, calla, que oigo ruido en el patio. Creo que son los camellos" Me quedé inmovil agudizando los oidos y juro por lo más sagrado que aquella noche los oí al otro lado de la ventana, ¡estaban en mi patio! A la mañana siguiente había regalos al lado de los zapatos y lo más sorprendente, ¡SE HABÍAN BEBIDO EL VINO Y COMIDO LAS GALLETAS........!

Bueno, bueno. ¡Vaya nivel! El relato de la huerta, esta manera de hacernos recordar los reyes, luego los comentarios. Si en el apartado del mejor pueblo se midiera la calidad, estaríamos los primeros. Sí, sí, ¡ya lo creo! Besos para todos.