Factura rebajada un 25%

HERRERA DE PISUERGA: Ánimo Emilio que ya estas en casa, cuando cobres nos...

LOS HORTELANOS:

... Ultimamente en este foro estamos comentando y hablando sobre las huertas y hortalizas de nuestro pueblo Herrera de Pisuerga, pero poco de sus verdaderos protagonistas LOS HORTELANOS, a los que yo considero que se merecen también un recuerdo por nuestra parte y no relegarles al olvido, y por eso en Herrera recientemente se les ha hecho un monumento con el fin de tenerles en el recuerdo (a mi entender muy merecido). Estos hombres fueron unos auténticos maestros en su actividad que con su buen hacer y saber su oficio, dieron gran fama a la huerta de Herrera durante generaciones que se pasaban de padres a hijos. Me vienen a la la mente algunas de estas familias de una gran solera como hortelanos durante muchos años, los cito a continuación por su apellido:

.-< Barcenilla; Gala; Garcia; Andres; Delgado; De La Fuente; Fernandez; Miguel; Rey; San Millan; Rodiño; Vega; Vallejo; etc, - (Actualmente quedan algunos descendientes pero no realizan tal actividad, quizas alguno, "no lo se", en huerto familiar..

M i tía abuela Arsenia Vega fué hortelana toda su vida, en su última huerta cultivaba mi padre. Dicha huerta se encontraba bajando por la choquilla antes de llegar al puente del Cuérnago a la izquierda siguiendo la pared del huerto de Chani una vez que se acababa la pared, la huerta que se encontraba a mano izd. Y tenia casilla en medio. Alli hice algún pinito ayudando en las tareas. El trabajo en la huerta empezaba en ir acondicionando la tierra y preparando los semilleros.
LOS SEMILLEROS:, Eran unas zonas acotadas como de un metro de anchura y de 7 a 10 m de largas (mas o menos), de esta manera se podía llegar manualmente a todos los puntos del semillero. Se preparaba la tierra tamizándola finamente y bien cargada de abono animal apisonada ligeramente, allanada y húmeda, en ella se sembraban las semillas aproximadamente como a medio o un centímetro, estas habían sido recogidas el año anterior tanto de productos espigados o dejados en la tierra para tal menester. Una vez sembrados se procedía al riego abundante pero sin encharcar y tapado de los semilleros o bien por los antiguos “zarzos” (en este foro aprendí lo que eran) o bien por los plásticos acunados en varas curvadas para no tocar la tierra, bien tapados y sellados con piedras y tierra por los laterales para evitar posibles eladas. Se mantenía todo el área húmeda y recuerdo con que cariño levantaba mi padre los plásticos para retirar posibles piedrecitas y favorecer el crecimiento de los brotes, con que cuidado pasaba la regadera suavemente por encima de ellos y esperaba a que tuvieran la altura suficiente (entre 10 y 15 cm.) para trasplantarlos.
Seguro que algún forero puede contarnos más cosas al respecto o corregirme en algo, estaría agradecido.

SEMBRADO Y PLANTADO:
Se preparaba primeramente la tierra esparciendo el abono animal que previamente había sido recogido de la cuadra del “macho” o la “mula” una vez esparcido el abono con la “garea” por toda la huerta había que pasar el cultivador o los arados con el “macho” para que el abono se mezclase bien con la tierra y esta se airease dejándolo bien allanado y retirando las posibles piedras que asomasen. Luego se hacían los surcos a mano con el legón y ayudados de dos pinchos metálicos y una cuerda (no recuerdo el nombre de este artilugio), rectitos como una vela, sino había que rectificarles, mi padre decía que si no estaban rectos los surcos no se era buen hortelano, que había que hacer las cosas bien, despacio y con cariño. Más tarde había que trasplantar de los semilleros al surco dando la debida distancia entre plantas en algunos casos era de justo la planta del pie y con una azadilla de mano se introducía en la tierra la planta, otros productos se dejaban encima del surco y se tapaba su raíz con un pequeño surco central que se hacía para ello. Se hacia el primer riego y a esperar a que la planta empezara a levantarse. Otros productos como zanahorias, pepinos o calabazas se echaba la semilla o pepitas (recogidas de productos del año anterior) directamente en pequeños agujeros y bien separados o se esparcían al libre albedrio por un surco (zanahorias). Otra observación.- Las lunas son importantes para el desarrollo de todos los cultivos: siembra, recolección podas, etc.
Es muy fácil acordarse:
Luna menguante.- este momento es apropiado para podar, arrancar, recolectar.
Luna nueva o creciente.- De igual manera, como indica la palabra NUEVA es cuando nace, pues ahora es el momento adecuado para sembrar, plantar, etc.
Sigo pidiendo algún forero mas ducho en estas artes que me complemente o corrija. GRACIAS.

¡Muy bién Emílio! Ahora sólo te falta ponerlo algún dia en práctica, si ese es tú sueño seguro que lo conseguirás. Dese luego, conocimientos no te faltan
¡menúda clase teórica nos has dado! En éste foro siémpre aprendemos algo.
La foto de mi padre es preciosa ¿verdad? Me gustaría ver alguna de los tuyos
Haber si te anímas y nos pones a la tía Arsenia, yo la recuerdo de mayor ya.
Da gusto y un poco de nostalgia encontrar caras conocidas aquí en el foro, pero si son antiguas son un regalo para todos. Un beso Emílio.

El RIEGO:
Bajábamos a la huerta siempre por el camino de la chorquilla, si no se llevaba el macho, atajábamos siguiendo la acequia (siempre iba buscando con la mirada algún pececillo, cangrejo, culebra o rata de agua) y cruzábamos a la huerta por una tabla puesta en la acequia para tal fin, justo detrás de la casilla de Angelito (Calilo). Tras dejar las alforjas del almuerzo había que regar a primera hora o mejor cuando bajara el sol, mi padre decía que no se podía regar en las horas del día cuando mas calentaba pues el contraste del frio con tanto calor podía estropear la planta. Daba gusto ver como empezaban a levantarse de su cama de tierra aquellas pequeñas plantas. Siempre creí que aquello era milagroso, mi padre me sonreía ante tanta ebullición de extrañeza por mi parte y muy pacientemente me decía que” Si” que la vida era un milagro.
Armado con el legón procedía a retirar tablas, tierra y piedras de la abertura (que estaba preparada para tal fin) en la acequia para que el agua corriese por el surco de la huerta y dirigirla por un entramado laberinto hasta la zona que deseaba regar, yo corría e iba mirando por donde llegaba el agua disfrutando como nadie y mi padre estaba como un poseso intentando evitar los posibles desbordamientos del agua por encima del surco, a el tambien le tocaba correr. Cuando las plantas eran más frondosas yo me ponía al final del surco y avisaba a mi padre para que cerrase ese y abriese el siguiente pues él no podía ver cuando llegaba el agua. Una vez que estaba todo bien húmedo volvía a cerrar pacientemente colocando en la acequia igual que un puzzle tablas, piedras y tierra cerrando lo que me parece que se llamaba ”brocal” (de esto no recuerdo bien).
Despues lo mejor: un bocado, ese es uno de mis mayores recuerdos: ver ese hombre sudoroso, camisa remangada hasta casi el codo, pantalón de pana con el cinto de cuero, sentado, bebiendo de una bota oscurecida con el tiempo, con que fuerza salía aquel pequeño chorro cuando era estrujada la bota, oir como chorreaba y ver como salpicaba aquel vino dentro de su firme boca. Como cortaba con la navaja el cacho de pan de “talega” (como no) y el queso o chorizo y yo alli a su lado, me decía “algún día lo hare como el” QUE MOMENTAZO.
Lo siento pero todavía me queda algún capitulo mas.

LAS MALAS HIERBAS:
Cuando las plantas empezaban a crecer había que quitar las malas hierbas para lo que se procedía a bajar el macho y el cultivador y pasarlo con sumo cuidado por los surcos sin que el animal se saliera de este, para eso había que ser hábil con las “riendas” y a mí ya me toco agarrar de la “cabezada” para dirigirle, no veas lo que duele el pisotón de un “macho”, sino es porque te hunde el pie en la tierra te lo parte. Tambien había que sacar la “azada” y empezar a cavar con sumo cuidado entre las plantas, era muy importante sacar de cuajo la raíz de las malas hierbas pues sino volvían a crecer rápidamente.
El mal recuerdo que tengo era el sulfatado, había que echar en un fuelle preparado para ello un polvo blanco azulado, he ir de planta en planta pegándoles un soplido del dichoso polvo mal oliente. Esta operación había que hacerla en días con calma y que no hubiese viento, creo que era para matar posibles bichos que atacasen las plantas, ese día no merendaba yo a gusto. Las plantas ya empezaban a crecer, pronto muy pronto y despues de un tiempo y unos cuantos riegos mas veríamos los frutos ya en nuestras manos.

COSECHA Y RECOGIDA DEL FRUTO:
Para esta operación había que bajar el carro, que iba tirado por el macho, era peculiar escuchar sus ruedas de aro metalico en el empedrado de la calle La Piedad (uno de los últimos que se quitaron). Los repollos eran metidos en sacos de malla, las patatas en sacos de yute, las zanahorias había que lavarlas en la acequia y eran atadas por docenas, los pimientos y pepinos iban colocaditos en cajas de madera, cebollas y ajos se ponían en ristras (no sé cómo se les llamaba) Daba gusto como mi padre iba encajando en el carro cajas y sacos y dejaba un hueco al principio del carro para que me pudiera sentar, desde alli arriba yo me sentía un señor pero faltaba lo peor: llegar a casa con toda la carga, se podía subir de dos maneras una por la chorquilla que era más corto, pero más empinada la última subida y otra por el sotillo camino más largo pero la subida era más constante y por lo tanto menos empinada. Si subíamos por la chorquilla, el macho paraba por primera vez en el vado que hacia la acequia al cruzar el camino y alli bebía agua preparándose para la subida, mi padre iba andando, creo empujaba mas del carro que el propio animal, justo a la llegada del mismo abrevadero, que está a mitad de subida, parábamos y dejaba descansar a la bestia, para tal fin echaba el freno del carro que eran como un “tocho” de madera que se apretaba a la rueda, creo recordar que solo estaba en una rueda. Lo malo era arrancar de nuevo para subir el último y corto tramo, daba miedo como “arreaba” al macho y este metía riñones apretando para arriba y desplazando las piedras del camino con sus” pezuñas”, como mi padre lo ayudaba desde una rueda agarrando los radios de madera y tirando de ellos hacia delante yo en esos momentos tambien apretaba los dientes y no me quedaba a gusto hasta notar que llegábamos arriba, el carro se metía en el patio por la “portonera” (todavía existe), alli se soltaba el animal y se metía en la “cuadra”. Se preparaba entonces la mercancía para su venta.
Lo siento pero todavía queda un ultimo capitulo.

Ánimo Emilio que ya estas en casa, cuando cobres nos vamos de copas.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Yo también estoy deseando que venda todo y bién en el mercado y que al fín cobre. ¡Me apunto a esa copa!