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HERRERA DE PISUERGA: Jamás podré comprender como sobrevivímos a aquellos...

Sí que cerraban la escuela cuando la nevada era gorda porque había gente que vivía en las afueras de Herrera y no podía venir a clase. Yo, como vivía cerca si que iba y cuando nos mandaban a casa nos íbamos al parque a hacer peleas de bolas. Luego al llegar a casa, entre el calor de la cocina y mi madre, entraba en calor enseguida. Lo único que tardaba eran los dedos de las manos que hasta que se calentaban el dolor era insoportable, si las ponías cerca del calor dolían más, así que a llorar mientras mi madre decía, aguántate y no haber hecho el bobo.

En lo referente a los fríos en la cama yo he conocido la bolsa, la botella de gaseosa de cristal y después de plástico, lo de la piedra que cuenta Emilio lo ha visto pero no lo he hecho.
Te metías en la cama, acurrucadito, poco a poco te estirabas y así pasabas toda la noche con un montón de mantas que no te dejaban ni darte la vuelta. Al levantarte. te vestían corriendo y a la cocina que solía ser la única estancia con calor de la casa. Mi madre me preparaba un tazón de leche con colacao y picatostes fritos con la grasa de los torresnos. Luego salías a la calle y lo primero que hacías era correr y terminabas por hacer dos montones con los abrigos para delimitar la portería.
Si cogías un catarro, a Don Pepe, Lasa con Codeína o un par de inyecciones de Don Fidel y el domingo ya podías salir y el lunes a la escuela. ¡Ah!, se me olvidaba, yo solo tenía pantalón largo para los domingos....

Jamás podré comprender como sobrevivímos a aquellos inviernos con las piernas al aire, las niñas con vestido y los niños con pantalón corto ¡menos mal que vivimos para ver el cambio antes de congelarnos.
Cada vez que oigo Don Fidel, me sigue recorriendo un escalofrío por la espalda, que miedo daba cuándo se acercaba a tú casa y le veias entrar, ¡ni la mejor película de terror se puede comparar a aquello! ¡terror en estado puro!