Me he equivocado de año. en lugar de 1929 es 1939. la fecha igual.- 2 de febrero
Yayol, te felicito por colgar esta bonita foto.
¡Qué guapos y jovencitos estan Braulia y Pepe!.
Recuerdo con mucho cariño a esta gran familia. Numerosa como tocaba en la época, cuatro chicas y tres chicos ¿verdad?.
Yayol, te animo a que nos deleites con más fotografías.
Un saludo
¡Qué guapos y jovencitos estan Braulia y Pepe!.
Recuerdo con mucho cariño a esta gran familia. Numerosa como tocaba en la época, cuatro chicas y tres chicos ¿verdad?.
Yayol, te animo a que nos deleites con más fotografías.
Un saludo
La Trébede: Como me gusta el nómbre que has elegido para el foro." Trébede." Algo indispensable en todas las casas, el lugar favorito para descansar y entrar en calor, los niños también para jugar. Recuerdos de otros tiémpos, de ántes de que llegase la calefacción a las casas y acabasen con las trébedes. Que grandes se quedaron las cocinas cuándo desaparecieron y como se echaba de menos aquél sitio donde subirse a jugar. Fué otro paso para cambiar nuestra vida y sin darnos cuenta fuimos cambiando todos. ¡otros tiémpos!
La trébede: te deseo una Feliz Navidad. Un abrazo.
La trébede: te deseo una Feliz Navidad. Un abrazo.
Magos, me alegro te guste mi nick. Había que seguir recordando ese entrañable lugar (ya desaparecido) que formó parte de nuestras vidas en el siglo pasado.
¡Comó olvidar aquel calorcito de la trébede!.
Magos, todo lo mejor para tí, y tú familia, en estas fechas navideñas.
Un abrazo.
¡Comó olvidar aquel calorcito de la trébede!.
Magos, todo lo mejor para tí, y tú familia, en estas fechas navideñas.
Un abrazo.
Qué maravilla la trébede, que te calentaba la casa, cooperaba enormemente en la preparación e la comida, calentaba el agua con el que te lavabas, con el que se fregaban los cacharros. Mi madre incluso colocaba el capacho-cuna en un espacio de baldosines junto a la trébede. Según ella me contaba, un buen día, siendo yo un bebé, llaman a la puerta. Parece que yo estaba tan rícamente en el capacho junto a la trébede. La monjas debían ser un poco parlanchinas y yo algo inquieto, así que volqué el capacho con tan mala pata que me hice una buena quemadura en la pantorrilla, aún llevo la huella. Creo que aquél día solté casi todas mis lágrimas y el susto que se llevó mi madre fue potente. Por suerte yo nunca conservé ese recuerdo.