No se porqué he llegado a esta foto y tienen dos comentarios de Ana O y otros dos de arambol. Si los volvéis a leer los cuatro seguidos resulta gracioso como Ana se intenta explicar y arambol se va por otro lado, ordenador, bicicleta, buen tiempo, salir de casa y Emiliano hijo.
Yo creo que los daños colaterales de la foto están en el centro "Don Timoteo" fiel representante de "la letra con sangre entra". No hay más que verle la cara. Yo ya hablé de este personaje y me dieron caña. Personaje de cruel recuerdo para mí.
Yo creo que los daños colaterales de la foto están en el centro "Don Timoteo" fiel representante de "la letra con sangre entra". No hay más que verle la cara. Yo ya hablé de este personaje y me dieron caña. Personaje de cruel recuerdo para mí.
Felix, gracias por resolver el entuerto, que para mi en esos momentos fue un lio, lo leo ahora y no sé lo que quise decir, tratare de explicarme.
Para empezar diré que mi mente no se en lo que es buena ¿si es que tengo algo de bueno?, pero en lo que sé que soy malo, pero que muy malo, es en reconocer rostros.
Aquel día venía muy cansado de dar pedales, muy cabreado porque el ordenador no respondía a mis ordenes, son dos problemas, más otro de que me planteo Ana de reconocer una cara, mi cabeza no daba para tanto, es por lo que escribí cosas que ni yo mismo entiendo en la actualidad.
Sobre el rostro que aparece en la foto, iba desencaminado y sabiendo de mis limitaciones en ese tema, preferí no pronunciarme. Tratando de encontrar un rostro de un maestro de aquellos años en la foto, el que me resultaba un poco conocido es el señor de las gafas, me recordaba al máximo exponente de aquellos magos de la enseñanza, que para sus tareas de formadores y como buenos magos, utilizaban la correspondiente barita mágica, que no hacía magia en la enseñanza, pero si en el temor y pánico a estos señores.
Doy por supuesto, que este señor de las gafas, no tenía ninguna relación con el gremio de la docencia.
Para empezar diré que mi mente no se en lo que es buena ¿si es que tengo algo de bueno?, pero en lo que sé que soy malo, pero que muy malo, es en reconocer rostros.
Aquel día venía muy cansado de dar pedales, muy cabreado porque el ordenador no respondía a mis ordenes, son dos problemas, más otro de que me planteo Ana de reconocer una cara, mi cabeza no daba para tanto, es por lo que escribí cosas que ni yo mismo entiendo en la actualidad.
Sobre el rostro que aparece en la foto, iba desencaminado y sabiendo de mis limitaciones en ese tema, preferí no pronunciarme. Tratando de encontrar un rostro de un maestro de aquellos años en la foto, el que me resultaba un poco conocido es el señor de las gafas, me recordaba al máximo exponente de aquellos magos de la enseñanza, que para sus tareas de formadores y como buenos magos, utilizaban la correspondiente barita mágica, que no hacía magia en la enseñanza, pero si en el temor y pánico a estos señores.
Doy por supuesto, que este señor de las gafas, no tenía ninguna relación con el gremio de la docencia.
Mi padre tenía muy poco de maestro. No lo era. Y, menos aún, dominaba el arte de la magia. Aún así aprendí mucho de él, con su ejemplo, nunca con otros métodos. El respeto a uno mismo, a los demás, el amor al trabajo bien hecho, a cuidar a los amigos y tantas y tantas cosas…., hasta un poco de geografía…
Voy a contar una anécdota de mis primeros años de bachillerato (del antiguo, claro) que he utilizado en más de una ocasión para hacer entender los nuevos objetivos en la enseñanza, los cambios de contenidos y metodología necesarios para dar respuesta a las nuevas necesidades. Es muy frecuente, incluso entre los enseñantes, eso tan antiguo de que “el saber no ocupa lugar”. Si bien es cierto, se queda bastante corto y pretendemos, los que queremos enseñar, ir mucho más allá de la mera adquisición de conocimientos
No recuerdo a santo de qué, un buen día salió a relucir en la conversación la ciudad de Calatayud, ciudad de la que todo el conocimiento que yo tenía era la afamada canción de La Dolores, ya sabéis.., “ Si vas a Calatayud, …….”. Pues bien, el gran problema para mi padre era que su hija bachillera no sabía cuál era el gentilicio con que se reconoce a los vecinos de la ilustre ciudad.
¿Cómo se llaman los de Badajoz?, ¿y los de Huelva, Cuenca o Sebastopol, o, o, o….?
Pero chiguita, ¿qué os enseñan ahora? No sabéis nada, eso es historia…, dicho con tal exageración que poco más o menos me sentí ignorante y analfabeta y con un negro futuro por delante.
Gracias a esa desmesura de mi padre, sé como se llaman los de Calatayud. No, no se me olvida y si alguien lo desconoce y siente curiosidad, ya sabéis, para eso están las nuevas tecnologías.
Voy a contar una anécdota de mis primeros años de bachillerato (del antiguo, claro) que he utilizado en más de una ocasión para hacer entender los nuevos objetivos en la enseñanza, los cambios de contenidos y metodología necesarios para dar respuesta a las nuevas necesidades. Es muy frecuente, incluso entre los enseñantes, eso tan antiguo de que “el saber no ocupa lugar”. Si bien es cierto, se queda bastante corto y pretendemos, los que queremos enseñar, ir mucho más allá de la mera adquisición de conocimientos
No recuerdo a santo de qué, un buen día salió a relucir en la conversación la ciudad de Calatayud, ciudad de la que todo el conocimiento que yo tenía era la afamada canción de La Dolores, ya sabéis.., “ Si vas a Calatayud, …….”. Pues bien, el gran problema para mi padre era que su hija bachillera no sabía cuál era el gentilicio con que se reconoce a los vecinos de la ilustre ciudad.
¿Cómo se llaman los de Badajoz?, ¿y los de Huelva, Cuenca o Sebastopol, o, o, o….?
Pero chiguita, ¿qué os enseñan ahora? No sabéis nada, eso es historia…, dicho con tal exageración que poco más o menos me sentí ignorante y analfabeta y con un negro futuro por delante.
Gracias a esa desmesura de mi padre, sé como se llaman los de Calatayud. No, no se me olvida y si alguien lo desconoce y siente curiosidad, ya sabéis, para eso están las nuevas tecnologías.