Bonita foto, Asun. Y bonito regalo que nos hizo la climatología. ¿Quién me iba a decir a mí que vería nevar en Herrera? Fué un regalazo. Visité el cementerio en pleno auge de caida de copos, o mejor dicho, de trapos (nunca había oído esa expresión y me encantó, porque eran tal cual eso, trapos que caían del cielo) y fué un momento indescriptible. Me había imaginado muchas veces el cementerio de Herrera vestido de blanco, y verme yo allí en aquel momento y con semejante situación, me pareció algo mágico y espiritual. Me llenó de paz.