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HERRERA DE PISUERGA: Muy buena foto, latuerta. Da gusto seguir descubriendo...

Muy buena foto, latuerta. Da gusto seguir descubriendo imágenes de esta categoría de vez en cuando. Además parece mentira lo que remueven el recuerdo.
En una ocasión ya expliqué mi primer contacto con los cabezudos. Me llevó mi hermana Marisa a verlos y llegando a la calle Real al oir el griterío de la chiguitería que subían corriendo, mi hermana de un tirón me metió escaleras arriba en Teléfonos y ahí nos quedamos hasta que pasaron. No, verlos no los vi, pero sólo con lo que oí, me hizo pensar: ¡Dios mío, ¿que debe ser eso?!
Al año siguiente era Rosi la encargada de llevarme a verlos. Quedó con mi padre en llevarme al Banco Hispano (para los que no lo recuerden, estaba en las cuatro esquinas) y desde allí poder verlos pasar. Notaba a mi hermana nerviosa, casi desquiciada. Al tiempo de llegar al Banco, los chiguitos pasaban por nuestro lado corriendo que se las pelaban. Vi a mi padre al otro lado del cristal de la puerta de rejas. Pensé, "estamos salvadas". Pero al ir a entrar la puerta estaba cerrada y mi padre tenía en la cara una cierta sonrisa que no me gustó nada. Imploramos clemencia y cuando la cosa parecía irremediable, la puerta se abrió y allí nos colamos, justo en el momento que un monstruo horrible con la cabeza muy grande y ojo cerrado, se echaba sobre nosotras. Esa fué la primera vez que vi a LA TUERTA y desde entonces sigo soñando con ella, ja, ja.
Espero que se puedan recuperar esos cabezudos, que para mi son los auténticos.
Y ya que habéis nombrado a Gigantea, desde aquí le mando un beso y le animo a que participe de vez en cuando, como hacía antes, que se le sigue echando de menos.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Me río yo de la onda expansiva de las bombas. Nuestros primeros años de cabezudos eran terribles, todos queríamos verlos, no habían salido de la plaza del ganado y ya estábamos corriendo por el castillo. Con los años nos íbamos atreviendo más.
O me lo parecía a mi, o corrían más que ahora.
Luego hemos tenido la maldad de acercar a nuestros hijos diciéndoles eso de "si no hacen nada", "ponte que te hago una foto", mientras los pobres se agarraban a nuestro cuello llorando. En el fondo ese mal rato ... (ver texto completo)