Boy a contar una (anécdota) recuerdo cuando yo era pequeña decian todos los vecinos que vivíamos en esta calle que era la mejor calle de Herrera por que estaba muy céntrica, por que estaba la Iglesia y las plazas muy cerca, y resulta que cuando fuimos siendo mayores seguíamos diciendo lo mismo, yo creo que era pasión, que teniamos y tenemos por esta calle, como los demás dirían de la sulla.
Nati, es cierto lo que dices sobre la categoría de las calles de Herrera, de Herrera y de cualquier otro lugar. Mi madre decía que esta vía era mejor que la de otra señora, la otra decía lo contrario. Esta conversación trascendía al corrillo de la vecinas, cuando éstas estaban haciendo ganchillo en la acera y bajo ésta, con el peligro que suponía, debido al intenso tráfico que había en esta calle, pero tráfico de niños. Por supuesto que todas las vecinas y vecinos estaban de acuerdo en que la mejor calle de Herrera, era la nuestra. Mi opinión es que la situación de la misma, no era la mejor, las había mejores, pero en alegría vecinal, no nos ganaba nadie
Arambol, mi abuela nos reñía porque mirábamos pasar a la gente por la ventana de la cocina del número 4 de nuestra calle y la tuya, pero ella no contaba que algunas de sus amigas, vecinas y parientes, venían muchas tardes a charlar y a veces a tomar algo. Mientras mi abuela trajinaba (no la vi sentada tranquila casi nunca en su casa, excepto para comer) el resto hablaban de todos los que pasaban: mira, Fulana o Mengano, y se comentaban cosas de ellos, no siempre eran comentarios insanos pero a veces hacían "vestidos" de todo corte, según fueran los protagonistas y los comentaristas del momento. Era una buena pasarela de la vida y la gente de Herrera y a mi me admiraba cuánto sabían algunas personas de todos y de todo. Es esta una cualidad que aún hoy admiro. Supongo que era más que nada un entretenimiento para las largas tardes de invierno o las animadas tardes de verano, cuando la televisión no se había instalado en nuestras vidas. Lo que si es cierto, es lo que mencionas sobre el tráfico de niños. En esa calle, éramos muchos. A mi me gustaba cuando sacaban las sillas a coser las mujeres y las niñas aplicadas, las secundaban (ya he contado otras veces, mi inutilidad para estas artes) A mi me gustaba escuchar todas las historias que entonces se contaban, mientras se bordaba, se arreglaban bastillas o se preparaban ajuares. También me podía pasar las horas muertas jugando en el banzo de mi puerta, con los cacharritos o simplemente mirando a los que pasaban, sin hacer nada. Había tal actividad en esa calle que durante muchos años no sentí la necesidad de conocer otras. ¡Me lo pasaba tan bien en mi calle! Supongo que era esa alegría vecinal que mencionas.