Me relataron una anécdota de un relojero muy bromista, tenía la relojería en
Palencia. En una ocasión una señora le dijo que su
reloj se atrasaba, que se lo arreglase y le dejase la HORA FIJA. El relojero, mediante un soldador eléctrico y un poco de estaño, aplicado en la maquinaria, consiguió hacer efectivo el deseo de la señora, le dejo la hora fija.
Lo que es cierto, que en dos momentos del día, el reloj marcaba la hora exacta.